Soy un susurro imprudente
que escuchas solo en tu mente,
revelo en forma silente
lo que tiene tu inconsciente.
Soy un dragón muy paciente
puedo ser azul celeste,
verde pálido o lila
o un rosado que cautiva.
Mi lenguaje es silencioso
de románticos susurros,
con sonidos cadenciosos
como si fueran murmullos.
Te hablo de mente a mente,
pero no soy muy clemente,
te desvelo tus complejos,
los errores que hayas hecho.
Pero también te consuelo
y te indico los caminos,
para que con buen ahínco
no vuelvas a cometerlos.
La hechicera que me cuida,
tiene mis mismos poderes
y ella me abraza y me mima,
para que haga mis deberes.
Mi deber es protegerte,
de que no hierres el tino
y que siempre el bien prodigues
en tu vida y tu camino.
Solemos poco volar
pues amamos conversar,
en la forma de ayudar
a quien nos quiera escuchar.
Desde aquí hasta baraúnda,
arriba de nubarrones,
sobrevolando volcanes,
sorteando los vendavales.
Minutos para arribar
toda la noche a vagar,
minutos para tornar
¡cabalgo en dragón y upa!
Nos dice el viento lebeche,
cantando como en sainete:
“Celajería algodonada,
del sudoeste es la ventada”.
Yolanda de la Colina Flores
10 de agosto del 2014