Sentada
en una silla de ruedas Genoveva analiza su entorno, comprende que está en un
hospital y entonces empieza a recordar que se encuentra en un estado tetrapléjico,
ha tenido un accidente en su casa de campo montando su caballo preferido,
cuando los médicos le han contado la terrible noticia ha perdido la conciencia
y ahora de nuevo despierta en esa silla eléctrica con una serie de artilugios
eléctricos que le permiten desplazarse, comunicarse y respirar. No es fácil
para ella esta situación, incluso para nadie en su lugar, piensa para sus
adentros, pero ella tenía una vida tan creativa, era diseñadora de modas, pintora,
escultora y escritora, su alto nivel económico le habían permitido dedicarse
completa y libremente a estas disciplinas ya había realizado desfiles de moda, múltiples
exposiciones y escrito varios libros.
Ahora
Genoveva se pregunta que va ha ser de su vida, recluida sin remedio en esa
silla, mira a través de la ventana el exterior que afortunadamente es bello, un
bosque a su alrededor, observa las grandezas de la creación, portentosos
árboles y toda una gama de plantas y flores imposibles de nombrar, incluso uno
que otro animal, colibrís que revoletean, traviesas e inquietas ardillas,
mariposas multicolores, en fin. En su mente sin remedio se dibuja una sonrisa y
cae en un profundo sopor.
Genoveva
despierta y mira ahora una enorme pared blanca frente a sí y se dedica a
analizarla, es lisa y sin protuberancias, parece no tener ni un defecto, ¡oh
no!, si que tiene uno, hay una especie de resquebrajamiento que simula una nube
y en su mente empieza a pintar, la pared entonces se torna un lienzo y realiza
toda una obra imaginaria que en su mente puede continuar día con día mientras
no tenga visitantes médicos, familiares y amigos, después de un mes termina su
obra y la mira complacida.
Al
día siguiente la visita Sofía, esa su amiga tan querida, ahora conversan a
través de un ordenador donde con una pajita, ella con su boca teclea lo que
quiere expresar, Sofía su hermana y amiga, la visita todos los días, su
compañera inseparable su confidente y cómplice en todo, es cuasi perfecta, si
no fuera por su forma de vestir. Sofía ahora lee un libro nuevo que le ha traído
y Genoveva mientras escucha multiplexa y empieza a cambiarle mentalmente a su
amiga los ropajes incluso el maquillaje y peinado, cuando ha terminado, sonríe
para sus adentros, se ve tan bien su amiga vestida así, Sofía se despide y se
retira portando sin saber un nuevo diseño de la famosa diseñadora Genoveva
Trueba.
Ernesto
su compañero le ha llevado un bello jarrón repleto de múltiples flores con una
buena variedad de colores, quizás por ello el jarrón está hecho de un barro
pardo y sin adornos que no compite con los tonos de las plantas, conversan a su
manera por largo rato, el le cuenta todo lo que ha realizado durante su
ausencia, después se despide con un cálido beso. Genoveva puede entonces
realizar lo que ya ronda su mente, toma el jarrón entre sus manos
imaginariamente y con utensilios invisible empieza a esculpirlo nuevamente, le
cambia la forma de las asas, de la boca y los cantos y construye sobre su
superficie una filigrana que la mantiene ocupada varios días, cuando concluye
su obra ya han tenido que cambiarle las flores.
Genoveva
ahora observa su habitación plasmada de vivos colores y creaciones hechas por
ella, una habitación que todos los demás miran blanca y fría. Sabe ya sin
dudarlo lo que va hacer con su vida, con su pajita sostenida en su labios
enciende su ordenador y escribe: Resurrección, capítulo uno y empieza a
escribir su nueva novela.
Yolanda
de la Colina Flores
6 de agosto del 2014
6 de agosto del 2014
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