Había una sirena vieja,
tan anciana como el mar,
blancos eran sus cabellos
como espumas en el mar.
Tenía tantas arrugas
que solo salía del mar,
en noches donde la luna,
muy poco solía alumbrar.
Eran noches muy nubosas
que solo dejaban ver,
muy tenues rayos de luna
de tono crepuscular.
Para desviar las miradas
de su gran ancianidad,
utilizaba una perla
y a ella solían mirar.
Pues la gente se pensaba
que emergía de la mar,
una perla sustentada
por simple espuma del mar.
Más un cuervo que pasaba
cada noche sobre el lar,
la descubrió y sin dudarlo
quiso con ella jugar.
Y la rama que llevaba
para un nido construir,
le dio una idea genial,
que no pudo resistir.
Y muy cerca de la vieja
le dijo quedo al oído:
Si te cubres con mi rama
una máscara tendrás.
Pensarán que eres un árbol
que ha nacido de la mar,
que sólo asoma la
punta
porque sumergido está.
Si tu me das esa perla
esta rama te daré,
ya verás como es genial,
pasearse con antifaz.
Y así la vieja sirena
se pasea por el mar,
con un antifaz de rama
que cubre su ancianidad.
Va cubriendo sus arrugas
que dan prestancia a su rostro,
más las que porta su cola
han quedado en descubierto.
Yolanda de la Colina Flores
4 de abril del 2013
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