Me
agradan mucho los nombres,
que
tienen en catalán,
las
estaciones del año
y
no es una nimiedad.
Resulta
que en castellano,
el
verano y el invierno,
como
varones genuinos,
hacían
tercia con otoño.
Entonces
la primavera,
se
encontraba solitaria,
y
era la única estación,
con
presencia femenina.
Hete
aquí que el catalán,
una
estación transformó,
y
el señor otoño así,
una
dama se volvió.
Y
así yo las visualizo,
como
términos románticos,
que
nos ornamentan todo,
con
sus juegos de colores.
Y
cada una utiliza,
sus
tizas y sus pinceles,
con
los tonos y matices,
que
les dan sus estaciones.
Donde
nacen los romances,
entre
pétalos y flores,
o
se acurrucan amores,
entre
bruñida hojarasca.
La
Tardor i la Primavera,
se
ciñen regios vestidos,
con
pétalos y renuevos
o
frutos secos con hojas.
Y
aunque el invierno travieso,
a
éstas dos separa siempre,
ellas
de lejos se ríen,
y
guiñan un ojo a un tiempo.
A
mi me gusta el otoño,
en
el nací cual retoño,
y
me encanta La Tardor,
porque
ahí encontré el amor.
Yolanda
de la Colina Flores
23
de octubre del 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario