Ya
habían pasado cien años,
y
en lugar desconocido,
se
encontraban reposando,
las
integrantes de un grupo.
Donde
antes se leían,
por
supuesto unas lecturas,
y
por ahí se contaban,
alguna
que otra vivencia.
Una
especie de facebook,
“un
poco” más pequeñito,
un
grupo seleccionado,
de
amigos de todos lados.
Fueron
pasando los años,
y
por una ley de vida
la
parca se fue llevando,
una
a una a estas criaturas.
Y
le fue cayendo el polvo,
a
Lectores y Vivencias,
ya
no había ningún lector,
ni
se contaban vivencias.
Al
cumplirse un centenario,
de
esta triste desventura,
despertaron
de sus tumbas,
asustando
al vecindario.
Y
entonces rememoraron,
sus
envíos vía internet,
los
cuentos y las historias,
que
otrora todos leían.
Los
abrazos mes a mes,
los
cumpleaños compartidos,
la
crónica de algún viajecito,
y
las palabras del mes.
Y
empezaron los sollozos,
y
las lágrimas cundieron,
y
su llanto lastimoso,
un
tsunami lo volvieron.
Y
se inundó el campo santo,
con
su cascada de llantos,
y
la parca sin remedio,
tuvo
que marcar un ¡alto!.
Pero
le dieron penita,
estas
lindas señoritas,
y
una idea de repente,
en
su testa apareció:
“Si
mando a estas lloroncitas,
lejos
de los cementerios,
se
aplacará este aluvión,
y
así enmendaré este entuerto”.
Así
que las animó,
y
hasta las acicaló,
vestiditas
de catrinas,
a
México las mandó.
Organizó
un pachangón,
y
mariachis les llevó,
y
sobre una trajinera,
un
convite elaboró.
Y
ahora las ves felices,
saboreando
calabaza,
por
supuesto hecha en tacha,
en
mesa con cempasúchil.
Y
beben café de olla,
con
rico acompañamiento,
delicioso
pan de muerto,
hecho
con refinamiento.
Y
ahí se cuentan sus cuitas,
y
por supuesto vivencias,
se
recomiendan lecturas,
y
declaman algún verso.
Pronto
irán al Salvador,
y
después de ahí a Colombia,
y
en infinito periplo,
se
irán recorriendo el mundo.
Porque
a la parca dijeron,
sin
ningún remordimiento:
“Nosotros
no regresamos,
al
camposanto bendito”.
“Frío
y húmedo éste es,
y
existe mucha penumbra,
y
estar siempre reposando,
nos
arruina la figura”.
Ya
nunca regresarán,
estas
catrinas traviesas,
y
así siempre vivirá,
su
Lectores y Vivencias.
Yolanda
de la Colina Flores
2
de noviembre del 2012
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