La
sirena de cabellos bermejos,
como
el coral que yace en el mar,
con
sus bártulos y trebejos,
hipocampos
enseña a danzar.
Cabalgando
en uno de ellos,
con
tridente cual Neptuno,
les
va indicando los pasos,
con
su canto en un murmullo.
Y
les marca la cadencia,
cada
lance y cada vuelta,
de
un vals que luego los deja,
dormiditos
y en silencio.
Y
ellos dan vueltas,
sin
despertar,
y
hacen piruetas,
entre
la mar.
Y
esta princesa,
sin
tener pies,
danza
que danza,
con
sus bebés.
Con
sus caballos,
danza
en un vals,
mientras
los mece,
al
vaivén de la mar.
Las
lindas madres,
de
estos danzantes,
se
andan paseando,
con
sus consortes.
Mientas
la nena,
cual
fiel niñera,
cuida
que hagan,
muy
bien la siesta.
Cuando
ellos crezcan,
cabalgarán,
con
los acordes,
de
un regio vals.
Duermen
profundo,
y
aunque son nenes,
a
veces roncan,
como
un adulto.
Aquí
lo bueno,
es
que los ronquidos,
tienen
buen ritmo,
y
hasta cadencia.
Porque
lo ha dicho,
muy
bien la abuela,
sanos
ronquidos,
suenan
cual vals.
Yolanda de la Colina Flores
15
de agosto del 2011
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