A mi
maravillosa madre en su cumpleaños.
Del
armario voy tomando,
de
princesa zapatillas,
los
ropajes de una reina,
y
tus joyas de ilusión.
Y
frente a la nítida imagen,
me
voy yo ciñendo todo,
como en rito de realeza,
con
pomposo protocolo.
Y
encontrándome ataviada,
con
tus más bellos telares,
busco
entre ellos tu imagen,
que
en mí tu herencia ha plasmado.
Tu
mirada en mi mirada,
tu
sonrisa entre la mía,
y
enredado en mis cabellos,
tus
afeites y tus mimos.
Y
quisiera ser tu clon,
pero
no físicamente,
pues
de tu belleza imponente
ya
no habrá repetición.
Yo
deseo parecerme,
a
esa tu forma de ser,
ser
mensajera de Dios,
y
portadora de amor.
Y
la paz de tu mirada,
atraparla
en mis pupilas,
y
tu sonrisa genuina,
besando
siempre la mía.
Quizás
esto es imposible,
más
me conformo al saber,
que
corriendo por mis venas,
va
en torrentes tu ADN.
Y
algo tengo que tener,
de
tu más precioso ser,
algo
en mí, de tí ha de haber,
y
así lo quiero creer.
Mientras
tanto me embeleso,
en
contemplarte a lo lejos,
cuando
evoco mis recuerdos,
que
se han plasmado en mi alma.
Y
aunque estés en ultramar,
te
siento a mi lado orando,
para
que pronto el buen Dios,
nos
vuela a unir a las dos.
Yolanda
de la Colina Flores
9
de noviembre del 2012
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