Ella
hace honor a su nombre,
sin
mediar explicación,
es
la joya de los mares,
que
siempre crea confusión.
Le
agrada mimetizarse,
con
los colores del mar,
y
puedes desesperarte,
si
la intentas encontrar.
El
agua que la circunda,
azul
como ella es,
y
las joyas que la visten,
de
azul se tiñen también.
La
niña no es camaleón,
más
juega con camuflajes,
resulta
que esta princesa,
penosa
es de nacimiento.
Y
no quiere que la vean,
pues
en cualquier situación,
asisten
sin dilación,
la
vergüenza y el rubor.
Como
el rojo no va a tono,
con
sus azules ropajes,
la
princesa sin remedio,
acaba
por camuflarse.
Y
la buscan por los mares,
por
océanos y glaciares,
más
la princesa se esconde,
en
un millar de lugares.
Su
peculiar condición,
también
la ha vuelto callada,
y
navega por océanos,
silente
en levitación.
Y
así camuflada y silente,
ella
fabrica joyitas,
con
las que cubre su cola,
que
entre las aguas agita.
Después
las deja entre rocas,
para
que alguien las encuentre,
y
desde lejos observa,
sus
alegrías y sus risas.
Y
ella regala sus joyas,
sin
esperar nada a cambio,
le
basta con las sonrisas,
con
que celebran su hallazgo.
Porque
bien lo dice el dicho,
que
hoy te he venido a decir:
“Da
mejor satisfacción,
el
donar que el recibir”.
Yolanda de la Colina Flores
18
de agosto del 2012
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