Esta princesita nívea,
vive en reino congelado,
por las nieves habitado
y los glaciares helados.
Le encanta todo lo blanco,
lo que es puro y es sincero,
lo que siempre es transparente
y no contiene dobleces.
Ella puede develar,
una serie de secretos,
tiene la capacidad,
de manejar las palabras.
Con un simple ¡abracadabra!,
se monta todo un ritual,
donde aparecen chisteras,
que van sembrando conejos.
Y diciendo ¡Focus pocus!
puede hacer aparecer,
un par de blancas palomas,
o una lluvia de estrellitas.
Con su mágica varita,
ella pretende encantar
y en chistera resguardar,
a todo el mundo completo.
Un mundo tan transparente,
como un diamante tallado,
que solo irradie reflejos,
brillantes y platinados.
Resguardado por la paz,
representado en palomas,
sin querellas, sin reclamos,
sin dolores y sin lloros.
Y ella mantiene a resguardo,
al odio que es belicoso,
lo ha convertido en un tigre,
amansado por su encanto.
Porque del mal de la tierra,
ella perdona y olvida,
no se lo ha dicho la magia,
se lo ha enseñado la vida.
Yolanda de la Colina Flores
22 de enero del 2012
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