Se despertó anonadada,
con delirio de ultratumba,
la tenían acorralada
y querían darle una tunda.
Pues en esa pesadilla,
princesilla era de un reino
y no les daba papilla,
a los seres de aquel feudo.
Quería nutrirlos de versos
y ellos estaban hambrientos,
para esa cosa eran lerdos,
sólo querían alimentos.
Les dio estrofas y poemas
y ellos seguían famélicos,
leyó lecturas amenas
y se tornaban más bélicos.
Le arañaron los legajos,
los libros y mamotretos,
con ellos hicieron pingajos
y al fin oyó sus lamentos.
Despertó de su letargo
y se acordó que sus tías,
le habían dado por encargo,
alimentar a unas crías.
Recordó que había dejado,
los gatitos sin comer
y estaban en el tejado,
maullando a todo poder.
Se había quedado dormida,
escribiendo poesía
y olvidó que toda cría,
debe estar muy bien comida.
De situación tan fallida,
zurumbática quedó,
para olvidar pesadilla,
un buen banquete les dio.
Ella no alcanza a entender,
si realmente un sueño fue,
pues ahora suele tener,
una tiara en su tupé.
Zurumbática ella está,
pero los gatos también,
si se pone a recitar,
se van en un santiamén.
Yolanda de la Colina Flores
8 de abril del 2016