Codicié en un sueño,
el siempre andar en pantalones,
desgajar de relojes
y artefactos sus entrañas,
reintegrando en
juegos su estructura y engranajes,
el surcar por el
aire cual barón rojo en sus aviones.
Anhelé en otro
desvarío, el tomar alacranes sin complejos
entablar lucha a
muerte con serpientes venenosas
y vencerlas al clavarlas en espadas de madera
y mostrarlas cual
trofeo a mis secuaces.
Quise en una
fantasía, atrapar a los sapos horrorosos
convertirlos en
grumetes de mis viajes en barquitos
esgrimir las
espadas, escopetas, los arcos y las flechas
y vencer en batalla
a los seres poderosos.
Pretendí en una
quimera, la casita en lo alto de un árbol,
escaladas y rapeles
de los riscos peligrosos,
la visita a las
cuevas arenosas de vampiros
y los viajes
prohibidos en la noche a cementerios.
Ambicié en
fantástica utopía, esa fuerza masculina del hermano
las jugadas de
tochito en estrategias y golpazos,
las carreras en la
calle con hermosos cochecitos,
el crear esas
pociones que provocan explosiones.
Envidié en un sueño,
tantas cosas plenamente masculinas.
Preguntándome
¿porqué esto y aquello no lo tengo?
¿Porqué cuerpos
afines, y diferentes los anhelos?
¿Porqué tantos
opuestos en un mundo compartido?
construir las
entrañas de amores y pasiones
reintegrando en
latidos sus compases y sentidos
y surcar por el aire
como diosa enamorada.
Con el tiempo
aprendí, atrapar en mis manos mis deseos
saborear un encuentro
entre sabanas y almohadas
y yacer escuchando
en el lecho del torso del amado
la indescriptible
melodía y sin igual de sus respiros.
Con el tiempo
aprendí a crear un hogar de la mano del que amo
y en ritmos
trepidantes y rampantes de amor subir
los riscos
a armar batallas
creando para ello los recovecos y los nichos
en la concupiscencia
inigualable de este amor presente.
Con el tiempo
aprendí que es mas fuerte el que ama sin espera,
más candentes los
juegos que se hacen corporales,
conducir nuestro cuerpo
en carreteras de distancias cortas
y crear en mi lecho
vastos juegos de artificio y eclosiones.
Con el tiempo
aprendí, tantas cosas plenamente femeninas
y ya sé porque tengo
esto y aquello no lo tengo.
El porqué cuerpos
afines y el porqué diferentes los anhelos.
Porque sé que no hay
opuestos, sino sólo complementos.
Yolanda de la Colina
Flores
14 de marzo del 2008
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