Son seres con vida que acaricia,
elaboradas de oro y sedas blanquecinas,
que derrochan amor sin reclamar sonrisa.
Son bálsamo a heridas no visibles,
y cura milagrosa que tamiza.
Son frescos y níveos alcatraces,
que entre estigmas y pistilos guardan penas,
también son lirios y delicadas azucenas,
que perfuman la vida disipando la tristeza,
y Crisantemo abierto resguardo de maldades,
en cientos de pétalos que guardan sus amores.
Son alas sobrevolando mi existencia,
que crecen y me cubren en inusitada sombra.
Escudo de diluvios y locas tempestades,
se vuelven pararrayos y entretejida cota.
Muralla y atalaya resguardo de mis lares
y puentes levadizos cerrando los portales.
Son bálsamo y elixir que calma desconsuelos,
las pueriles heridas de lúdicas batallas
y también las profundas que dejan oquedades,
suelen ser los emplastos que sanan las heridas,
curación milagrosa que te vuelve a la vida.
Son libres mariposas sobre teclados férreos
que tocan armonías y majestuosas notas,
mostrando melodías de lugares ignotos
que enseñan el lenguaje de bóvedas celestes,
esperanto de amor por todos comprensible
lenguaje maternal grabado en los sentidos.
Son manos ayer bellas ahora primorosas
con marcas de los años y del duro trabajo
Otrora amasadoras de panes y de tartas
perfectas bordadoras, zurciendo los destinos.
Manos de madre buena que te embelesan siempre
inagotables manos que me prodigan vida.
Yolanda de la Colina Flores
9 de noviembre del 2010
elaboradas de oro y sedas blanquecinas,
que derrochan amor sin reclamar sonrisa.
Son bálsamo a heridas no visibles,
y cura milagrosa que tamiza.
Son frescos y níveos alcatraces,
que entre estigmas y pistilos guardan penas,
también son lirios y delicadas azucenas,
que perfuman la vida disipando la tristeza,
y Crisantemo abierto resguardo de maldades,
en cientos de pétalos que guardan sus amores.
Son alas sobrevolando mi existencia,
que crecen y me cubren en inusitada sombra.
Escudo de diluvios y locas tempestades,
se vuelven pararrayos y entretejida cota.
Muralla y atalaya resguardo de mis lares
y puentes levadizos cerrando los portales.
Son bálsamo y elixir que calma desconsuelos,
las pueriles heridas de lúdicas batallas
y también las profundas que dejan oquedades,
suelen ser los emplastos que sanan las heridas,
curación milagrosa que te vuelve a la vida.
Son libres mariposas sobre teclados férreos
que tocan armonías y majestuosas notas,
mostrando melodías de lugares ignotos
que enseñan el lenguaje de bóvedas celestes,
esperanto de amor por todos comprensible
lenguaje maternal grabado en los sentidos.
Son manos ayer bellas ahora primorosas
con marcas de los años y del duro trabajo
Otrora amasadoras de panes y de tartas
perfectas bordadoras, zurciendo los destinos.
Manos de madre buena que te embelesan siempre
inagotables manos que me prodigan vida.
Yolanda de la Colina Flores
9 de noviembre del 2010
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