La
princesa se divierte,
conversando
con su espejo,
no
saben que la entretiene,
si
solo ve su reflejo.
Y
no juega al Mirror, Mirror,
ni
se busca imperfecciones,
tampoco
es como Narciso,
que
adoraba sus facciones.
Y
piensan que es vanidosa,
insulsa
y hasta indolente,
porque
se pasa las horas,
contemplándose
los dientes.
Porque
cuando ella se mira,
y
se vuelve a contemplar,
siempre
asoma una sonrisa,
en
su rostro peculiar.
¿Y
que observa la princesa
sin
la mirada desviar?,
¿es
la niña vanidosa
que
se quiere contemplar?
La
princesa en sus adentros,
una
voz suele escuchar,
la
que calma sus desvelos,
y
penurias por igual.
La
voz le dice al oído,
en
tenue y dulce tonada,
como
una nana materna,
entre
los vientos de estío:
Sin
tenerte aquí te veo,
y
sin oírte te escucho,
te
siento en mi corazón,
y
siempre a tu lado estoy.
Tus
ojos son mi reflejo,
tu
sonrisa mía es,
si
te miras al espejo,
ahí
yo apareceré.
La
princesa al contemplarse,
mira
el rostro de mamá,
porque
aunque esté en ultramar,
en
su mirada ella está.
El
espejo le devuelve,
la
mirada de mamá,
y
le pinta la carita,
con
sonrisa de mamá.
Y
a través de los reflejos,
platica
con su mamá,
recordando
bellos tiempos,
así
le suele cantar:
Tú
eres como un espejo,
en
el cual me veo hermosa,
porque
en el dulce reflejo,
me
aceptas tal como soy.
Para
ser más redundantes,
también
vamos a decir,
que
no se olvida del dicho,
que
le dijo su mamá:
Tu
presencia en un espejo,
es
el más puro reflejo,
de
que un día no muy lejano,
muy
juntas hemos de estar.
Nunca
olvides mi promesa,
que
pronto será verdad:
“La
esperanza es un espejo,
que
yace en el porvenir”.
Yolanda
de la Colina Flores
25
de julio del 2012
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