Cubierta
esta princesita,
de
capas de fango está,
no
es que sea una guarrilla,
su
historia ya lo dirá.
Cuando
ella iba a nacer,
junto
a su hermana Destello,
la
cigüeña sin quererlo,
al
suelo la hizo caer.
Tal
vez por suerte o por gracia,
en
un charco la tiró,
lo
bueno es que su caída,
el
fango la amortiguó.
Y
no se encontró solita,
pues
en el cenagal de fango,
había
una linda chanchita,
en
el lodo retozando.
La
princesa creció así,
entre
el cieno y en la mugre
y
en el lodo ella es feliz,
con
las capas que la cubren.
Y
pasaron muchos años,
y
la princesa creció,
nadie
vino a recogerla,
y
en el fango se quedó.
Su
placer lo tiene todo,
entre
ciénegas y charcos,
se
regocija en el lodo,
en
familia con los chanchos.
Ella
y su amiga cerdita,
se
revuelcan en los charcos,
más
pronto las dos amigas,
llevarán
tremendo chasco.
Resulta
que la princesa,
cansada
de ese lugar,
con
su amiga cochinita,
al
mundo se fue a pasear.
Y
en este incierto periplo,
un
día algo sucedió,
de
repente en su camino,
la
cigüeña se cruzó.
El
ave con muy bueno tino,
la
niña reconoció,
dándose
cuenta de todo,
hasta
un soponcio le dio.
De
inmediato y con buen vuelo,
se
fue volando hacia Dios,
y
con llantos y entre duelos,
la
historia ahí le contó.
La
sonrisa del Señor,
a
la cigüeña calmó,
y
con algo de temor,
un
gran favor le pidió:
“La
princesa en su camino,
muy
pronto va a tropezar,
con
el reino que el destino,
la
trató de desterrar”.
“Para
que el reino y sus padres,
la
puedan reconocer,
es
necesario que entonces,
Tú
Señor hagas llover”.
El
buen Dios entre sonrisas,
la
ayuda le aseguró,
más
pidió que prometiera,
no
repetir el error.
Y
así el grandioso Creador,
su
promesa le cumplió,
y
a la princesa entre truenos,
un
buen chubasco le dio.
De
camino hacia el castillo,
una
nube la siguió,
y
por cierto a la chanchita,
también
le dio un chapuzón.
Y
en esta historia por cierto,
hay
mucho por aprender:
primero
que los errores,
es
bueno reconocer.
Después
hay una enseñanza,
que
nunca viene de más:
Que
las buenas amistades,
en
cualquier lugar encuentras.
Y
por último les digo,
una
que no hay que olvidar:
"El
baño siempre desvela,
lo
que eres en verdad".
Yolanda
de la Colina Flores
23
de julio del 2012
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