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Detenida está la princesa para siempre
en un palacio de torres altas e invisibles
los príncipes la miran cuando suele pasar
pero ella no percibe ni siquiera su andar.
Un dragón invencible la tiene presa
está encarcelada sin muros ni rejas
ella cree que vive libre sin darse cuenta
que a sus tobillos se esposan grilletes.
La princesa busca el amor sin igual
el príncipe azul que en su corcel llegará
más esté habrá de llegar de lejanos confines
su armadura y estirpe serán de ultramar.
Largos años pasarán, la princesa crecerá
pero ella no cejará hasta a su amado encontrar
los muros de palacio se harán aún mas fuertes
el dragón más feroz y temible será.
Mas los cuentos siempre bien suelen terminar
un suceso sin par para ello ocurrirá
y aunque algunos no lo acierten a creer
los vientos para ello su orientación cambiarán.
Un viento tropical se aventurará a ir más allá
a enredar sus corrientes con la vieja tramontana
esta virará hasta encontrar una singular testa
a la que vendrá a golpear con un beso sin igual.
El caballero de la sesera atizada ahora está loco
pretende surcar los cielos que cubren el atlántico
y en una metálica cabalgadura briosa y blanca
cual jinete en pegazo cruzando va el firmamento.
Va cargado de bártulos, armas y blasón
intuye que un ignorante saurio enfrentará
sin embargo tiene a su favor ventajas sin iguales
un lenguaje de ángeles subyugante
y lúcida locura arropada en senyera rubia y bermeja
Una vez vencido el “drac” dramático y maligno
el piensa halagar a la princesa con un solo presente
como su corazón, una rosa granate y escarlata
y sueña en retribución un presente literario.
Pero la princesa pertenece a otros confines
mo conoce el “Drac” ni su triste historia
percibe a Sant Jordi como un beato más
de rosas y libros ignora aún más.
Calma pues en todo cuento que buen fin aprecie
esta historia real bien ha de concluir
la princesa enamorada y libre al fin aprenderá
a celebrar cada abril con su amado el Sant Jordi.
Yolanda
23 de abril del 2010
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