Capítulo 8
Mi amiga Octópody
Sin vacilar ni
una micra, Ondine tomó la dirección que le conducía directamente hacia la
extraña casa y no tardó en encontrar un sendero que la llevó frente a la
puerta, adornada con la efigie de un portentoso cefalópodo, tenía una aldaba
con forma de tentáculo, la cual tocó con premura. Desde el interior alguien con
voz dulce le contestó: -Adelante la puerta está abierta, ¿quien eres y que te
trae por mi hogar a horas tan inusuales?-
Ondine se
adentró y caminó hacia el lugar de donde procedía la voz y estaba dispuesta a
responder la cuestión cuando frente a si se encontró a alguien que no le era
para nada desconocida, al mismo tiempo ambas niñas exclamaron:
-¡Octópody!-
-¡Ondine!-
Las dos amigas
se abrazaron y demás está decir que Ondine recibió muchos más abrazos que
Octópody, estaban felices y reían, después de las sorpresas y halagos
preliminares, Octópody se dispuso a tomar su habitual postura de siempre,
sentada en su majestuoso chaselongue de color rosa brillante se peinaba y
acicalaba con un importante número de peines, cepillos, peinetas y espejos. En
su interminable acicalamiento Octópody intercaló a su amiga la explicación de
el porqué se encontraba en aquel lugar, su padre junto con otras familias
habían sido transferidos a aquellos mares debido a la escasez de seres de su
especie, que antes de su llegada parecía condenada a extinguirse, ya quedaban
sobre el océano muy pocos cefalópodos azules, ahora se encontraba fascinada de
haber encontrado por estos confines a Ondine, precisamente la amiga que más
necesitaba, ésta por su parte contuvo las ganas de relatar a su singular amiga
el porque se encontraba ahí y esperó a que Octópody le contara porqué su
presencia era tan oportuna.
Octópody, sin
dejar de realizar su acuciado acicalamiento, le dijo haciendo pucheros:
-¿Recuerdas la
hermosa muñeca que me hiciste como regalo de despedida?, pues resulta que
durante un tiempo fue muy feliz y se dedicaba a peinarse y acicalarse como yo
hasta que de unos días para acá se ha tornado triste y taciturna, creo que
además de mi presencia necesita una amiga con la cual jugar, porque yo a veces
tengo tantas cosas que hacer.-
Ondine podía
fácilmente visualizar a que cosas se refería su querida amiga , al tiempo que
escuchaba con atención. Aunque tenía prisa por que ésta le indicase la mejor
manera de regresar a su hogar, hizo de tripas corazón y empezó a imaginar como
remediar la situación al ver la tristeza que reflejaban los rostros de la
muñeca y de su propia amiga. Con una enorme sonrisa e inesperada paciencia
Ondine contestó:
-No te
preocupes Octópody afortunadamente traje conmigo algunos materiales para
fabricar muñecas, yo te haré otra para que ambas puedan jugar con ella, será
tan parecida a ti que cuando no puedas jugar con tu antigua muñeca ella no
sentirá tanto tu ausencia porque tendrá ante si una excelente mini
representante tuya, ¿qué te parece? -
Octópody
prorrumpió en una caterva de sonoros aplausos, los que le permitían sus ocho
extremidades. Ondine por su parte se aplicó en la tarea, de su pequeña maleta
sacaba ovillos de lana y con un ganchillo realizaba labor de crochet al mismo
tiempo que de entre las puntas emergía la forma de una pequeña réplica de su
amiga en forma de muñeca ante la
mirada fascinada de la misma. Cuando la labor estuvo concluida Octópody
estaba realmente encantada con su preciosa muñeca. Las dos muñecas ahora
jugaban frente al espejo estallando en sonoras carcajadas.
Ondine pudo
por fin contar a su querida amiga que hacía por esos parajes y su intención de
regresar a su hogar, ésta le prestaba atención sin perder detalle, después de
un rato le dijo:
-Te daré un
mapa para que te puedas ir guiando, el mismo que utilizó mi padre para llegar
aquí, antes de que partas te sugiero que hagas un cefalópodo de la misma forma
que has hecho mi muñeca, mira aquí
tengo una foto para que la realices lo más parecido que puedas a él, es mi
pariente y te lo encontrarás en el camino, es muy peculiar y le encanta hacer
honor a su nombre, no sé, pero algo me dice que necesitarás ese pequeño
juguete.-
Ondine se puso
a realizar el pequeño pulpo tratando de hacer que se pareciese lo mejor posible
a la foto que le proporcionó su amiga, cuando hubo terminado, Octópody le dio
el mapa haciéndole las indicaciones pertinentes, se despidieron en un sin fin
de besos y abrazos y alguna que otra lagrimita que el océano disipó
rápidamente, cuando Ondine llevaba ya un largo trayecto recorrido, recordó que
había olvidado preguntar a su amiga cuál era el nombre de aquel pariente que
encontraría en su camino y porqué se decía que hacia honor a él, ya era tarde
para regresa y obtener la información, si Octópody no se lo había dicho
seguramente carecía de importancia, por lo que Ondine prosiguió su periplo.
Yolanda de la Colina Flores
Otoño del 2013
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