Capítulo 13
Reencuentro
interoceánico.
Ángel y Ondine
avanzaban a buen paso, ambos parecían ensimismados y meditabundos hasta que la
pequeña rompió el silencio y dijo: - ¡ Menos mal que no habló de mis juguetes! porque yo podría deshacerme de todos, excepto de la muñeca de sirena que me
hizo mamá la navidad pasada y que tengo sentada en la pequeña salita de estar
donde me agrada tanto jugar. -
Continuaron
caminando y como Ondine siempre iba delante él no pudo observar la tierna
sonrisa que se alcanzó a dibujar en los labios del maravilloso pez, no bien
hubieron andado unos escasos cincuenta kilómetros, cuando encontraron a su paso
un pequeño tritón que jugaba sentado sobre una roca a dibujar con una pequeña
vara palabras en la arena del fondo del mar. Aunque el pequeño borró con la
varita lo que había escrito, antes de que ellos se aproximaran Ondine había
alcanzado a leer: problema.
La pequeña se
presentó, y preguntó que hacía en ese lugar tan solito, el chiquitín le
respondió que estaba tratando de resolver un mega problema que tenía con su
pequeña hermana. Ondine por supuesto quiso saber de que se trataba, así que el
tritón empezó a narrar lo que le acontecía, quizás ese par de extranjeros le
podrían ayudar en algo, pensó para sus adentros.
-Hola, me
llamo Adrián y tengo una hermana llamada Ona, y es muy pequeñita, mamá y papá
han ido al hospital a que nazcan nuestros nuevos hermanitos y me la han
encargado. Y todo iba muy bien hasta que se me ha ocurrido jugar a los
bomberos, entonces hemos ido a una playa donde fabricamos una maravillosa
hoguera y yo hice un increíble castillo de arena, como todo castillo tiene una
princesa, tomé prestada la muñeca de mi hermana, desgraciadamente los bomberos
no llegaron a tiempo para rescatarla y se quemó; ahora tengo dos problemas, uno que no hay manera de
restituirle su muñeca a la pequeña Ona porque esa muñeca se la hizo mi madre y
el segundo es que a ver como le explico a mis padres esto de los bomberos,
porque tenemos prohibido jugar con fuego, pero me encontré en esa playa una
antigua caja de cerillos y no pude resistir la tentación.-
-Pero, en este
momento y pensando más…, me he dado cuenta que la cadena de problemas va
creciendo porque ahora que regrese mi madre no podrá hacerle una nueva muñeca a
mi hermana, porque sólo tendrá el tiempo justo para cuidar a nuestros nuevos
hermanitos porque tendrá cuatrillizos ¿sabes?. Ahora Ona no deja de llorar y
dice que sólo se conformará si le consigo otra muñeca fabricada por otra mamá.-
Ondine se
quedó callada por largo tiempo sin ocultar un gesto de gran disgusto, pensó
para sus adentros: -¡vaya, pensé que mi querida muñeca estaba a salvo y que la
mantendría conmigo hasta al final de mis días pero Adrián y Ona la necesitan
más que yo, si le explico a mamá seguro comprenderá el porque tuve que
regalarla.-
Acarició la
cabeza del chiquitín con cariño y aunque aún no comprendía como un ser tan
pequeñito, tenía una hermana más pequeña que él y que ambos esperaban el arribo
de cuatro seres aún más pequeñines. Disipando sus pensamientos le dijo a con
dulce voz:
-¿Sabes? Yo
puedo resolver algunos de tus problemas
y lo haré con mucho gusto si me prometes y me das tu palabra de tritón
que serás valiente y les contarás a tus padres, sin omitir detalle, todo lo que
has provocado y aceptarás sin rechistar la sanción que ellos consideren
necesaria, pero sobre todo deberás prometerme y prometerte a ti mismo, que nunca,
nunca más, volverás a jugar con fuego.-
El pequeño
asintió con la cabeza con una amplia y franca sonrisa, le dio la mano a Ondine
sellando con ellos su pacto y dando su palabra de tritón. Ondine le explicó que
la muñeca no la llevaba consigo, pero que pronto llegaría a su hogar y se la
haría llegar con un escuadrón de delfines que navegaban con una rapidez
impresionante.
Se despidieron
encantados y el pequeñín se dirigió a su hogar del cual había dado las señas
para que la muñeca llegara a su destino sin problemas, Ondine y Ángel avanzaban
y ésta estaba sorprendida de que nuevamente el desprendimiento de su preciada
muñeca no le causara tanta desazón como pensaba.
De pronto una
gran marejada se formo en el centro del paraje en el cual se encontraban, era
tantas las burbujas y espuma que Ondine no podía percibir lo que pasaba a su
alrededor, se impulsó tan fuerte con sus zapatitos para salir de aquel lugar y
al momento que salía e irrumpía en una lugar plácido y placentero de la mar, su
par de zapatitos salieron despedidos en la dirección contraria a la que ella
era impulsada. Pero había ahí algo aún más maravilloso, emergiendo del fondo
del mar estaba frente a ella su adorada madre, ¡la reina de los océanos! Que
salía a su encuentro con una maravillosa sonrisa.
Se abrazaron y
estallaron en carcajadas, por fin estaba junto a su madre y cerca de su hogar,
los parajes a su alrededor le parecían ahora familiares, estaba tan contenta y
ardía en deseos de contarle a su madre toda la serie de aventuras por las que
había pasado, que no se percató que su madre escondía algo tras de si, hasta
que ella que ya quería llegar a casa y se había calzado de nuevo sus zapatitos
que encontró no lejos de ahí y con ellos puestos avanzaba, pero su madre
permanecía de pie inamovible. Regresó sobre sus pasos con cara de extrañeza,
cómo preguntando a su progenitora que sucedía.
Su madre
extrajo tras de sí una preciosa muñeca que era como la viva imagen de la propia
Ondine, parecía una copia de ella, sólo que más pequeñita, su madre sonriendo
le dijo: ¡Toma mi querida Ondine, te la has ganado! - y continuó diciendo:
-Querida nena, durante todo este tiempo
has pasado por una serie de pruebas que han forjado tu carácter, siempre estuve
al pendiente de ellas y sé por todo lo que has pasado, son las pruebas por las
que ha de pasar toda princesa que pretenda un día ser una buena reina, lo principal de todo esto es que has
aprendido a renunciar a todo lo que amas en bien de los demás. No tendrás que
deshacerte de tu querida muñeca porque ya hemos proporcionada otra a Ona que he
fabricado yo y que es una réplica exacta de su madre, por lo que está feliz y
tu vestido de ponto….. ¡Ay Ondine, tu maravilloso y preciado vestido de ponto!,
no tendrás que dárselo a nadie porque….. ¿quién más que tú necesita su fabuloso
vestido de ponto?-
Ondine se
abalanzó sobre su madre y dando vueltas reían hasta que estallaron en
interminables carcajadas, algunos marinos que pasaban sobre ese lugar aseguran
haberlas escuchado, ¿será verdad, será mentira? , pues…, ¡ve al fondo del mar y
mira!
Yolanda de la
Colina Flores
9 de noviembre del 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario