Capítulo 11
La madriguera
de Spanky
-¡Vaya, vaya,
así que el pariente de Octópody había logrado atraparla!, ¿y que pensaba hacer
con ella?, ¡Ja, menudo chasco se llevaría!, ella no podía fabricar perlas.-
Efectivamente
cefalópodo había tomado a Ondine con sus poderosos tentáculos y la transportaba
a lo más profundo de la cueva, buscó su sillón preferido se sentó sobre él y se
ya se disponía a darle una buena azotaina cuando la pequeña gritó:
-¡Alto!, ¿Qué
te pasa y quien te crees que eres para tocarme ni un solo palmo de mi cuerpo? ¿
Todo esto es porqué ayudé a escapar de ti a Dione?, ¡ella no te pertenece!,
¡para que lo sepas, nada en todo el universo te pertenece! Deberías de estar
agradecido, por muchas cosas.
Ángel estaba a
espaldas de la pequeña vigilante de la reacción del pulpo, Ondine de reojo
podía apreciar su presencia, se percató de que en una de sus aletas portaba el
pequeño juguete en forma de pulpo que ella había elaborado a petición de
Octópody y además observó claramente como su fiel guardián le guiñaba un ojo.
El cefalópodo
no esperaba tal reacción de la chiquita y empezó a llorar desconsolado, Ondine
se conmovió y mientras le acariciaba la cabeza éste entre sollozos musitó:
- Buaaaaaa, ya
no puedo más….. desde muy pequeño soy el guardián de esta cueva, tengo que
resguardarla, limpiarla y decorarla; además, me han dicho que debo hacer honor
a mi nombre, pero aunque tengo muchas extremidades para hacerlo no me doy
abasto, nunca termino, no me gusta mi nombre, no tengo amigos, estoy tan
ocupado que no me queda ganas de hacer nada más y jamás he tenido tiempo para
jugar, buaaaaa……-
-Calma, calma-
Le dijo Ondine. -A ver, vamos por
partes, primero, ¿cómo te llamas?-
-Buaaaaaaa, me
llamo Spanky y por ello doy paus a todo aquel
que según creo yo se porta mal en mi covacha, por eso te iba a dar unos cuantos
a ti, por dejar escapar a Dione, ¿Cómo voy a decorar ahora la cueva?,
buaaaaaaa….-
-Hummmmmmm….,
¿sabes Spanky?, tu nombre no sólo significa dar paus o nalgadas, tiene muchas interpretaciones, algunas para nada
agradables, es verdad, pero creo que hay una que te calza perfecto, ¿sabías que
tu nombre también significa persona inmaculada y realmente brillante?-
Spanky negó
con la cabeza como respuesta a la pregunta de Ondine y mientras poco a poco
menguaba su sollozo, tomó a la pequeña con dos de su tentáculos y la sentó en
su piernas.
-No lo sabía,
a ver, cuéntame más al respecto y aclárame por favor eso que has dicho de que
debería estar agradecido-
Ondine contuvo
un poco su estupefacción, porque inusitadamente el grandioso pulpo, había
pasado de ser una especie de bebé llorón a una pose mesurada, formal y madura
de todo un caballero, recordó bellos momentos como cuando su padre la sentaba
en sus piernas para contarle historias y cuentos, rápidamente regresó de sus
dulces pensamientos y contestó así a su interlocutor:
-¿ Acaso no te
has dado cuenta de que Dione antes de partir ya te ha decorado casi toda la
cueva?, todas las perlas que lanzó han quedado incrustadas en las paredes, así
que ya solo te resta decorar esta parte y con las perlas que imagino ya tienes
almacenadas te sobra material para hacerlo.-
Spanky se
deslizó entonces a la otra parte de la
cueva y quedó fascinado con lo que sus ojos contemplaban, efectivamente
la cueva ahora resplandecía cuando se colaba por algún agujerillo algún reflejo
de los rayos de sol. Estaba maravillado y antes de que pudiera decir palabra
Ondine le dijo con voz cariñosa.
-Aunque tengo
mucha prisa me quedaré un tiempo contigo y leeremos, narraremos historias y
cuentos, nos divertiremos y jugaremos, eso por todo el tiempo que has estado
tan solito, buscaremos amigos a tu alrededor para que puedas hacerlos con ellos
cuando yo me vaya y para los momentos en que decidas estar solo, a petición de
mi amiga Octópody te he hecho un juguete que espero te agrade.-
Ángel con nado
majestuoso y con una apariencia aún más resplandeciente entregó al pulpo el
juguete elaborado por Ondine, Spanky tomó entre sus tentáculos su réplica
tejida a crochet y otra vez los ojillos se le llenaron de lágrimas, pero éstas
otras vez desaparecieron al tiempo que una gran sonrisa iluminaba su rostro,
por supuesto Ángel y Ondine también sonreían.
Ondine estuvo
el tiempo suficiente para que Spanky hiciera amigos en ese lugar, para
atraerlos en un principio tuvo que elaborar un sinnúmero de juguetes y muñecas
con los que todos jugaban y pasaban ratos muy entretenidos y contentos, incluso
entre todos ayudaron al ahora simpático pulpo a terminar de decorar la cueva.
Yolanda de la Colina Flores
Otoño del 2013
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