A Cynthia en su cumpleaños a quien no le
agradan los gatos,
esperando que con este relato les
encuentre su lado divertido.
Capítulo 1
Como el flautista de Hamelín
Esta historia no es para quedarse
guardada, es para ser contada y ahora te diré porqué.
Ayer por la noche tenía yo mucha
sed y aunque mi lecho era de lo más placentero, me vi obligada a separarme de
él por un momento y por supuesto enfilé mis pasos hacia la cocina, cual no
sería mi sorpresa al ver una pequeña luz mortecina y que del lugar venía una
singular musiquilla, de inmediato agudicé mis sentidos y caminé de puntillas,
porque definitivamente alguien había invadido mi cocina.
Afortunadamente la puerta de la misma tiene una especie de
ventana redonda, cómo las típicas que ilustran en los barcos, centrada en la
parte superior de ésta, la cual, así de puntillas, me permite atisbar dentro de
ella. No veía nada especial, excepto que sobre la mesa estaba el más precioso
de mis candelabros con una de las velas decoradas que guardaba para ocasiones
especiales encendida. Como no visualizaba ningún intruso o desconocido decidí
entonces traspasar el dintel y abriendo la puerta despacito, vi una escena
entre divertida, tierna y escalofriante que te puedas imaginar, tal vez te
suene raro el que pueda conjuntar adjetivos tan dispares en una sola frase,
pero la escena para mí era así ni más ni menos.
Ahí a la luz de las velas un par
de ratoncillos blancos ensayaban una danza, un, dos tres; un, dos, tres; un,
dos, tres; repetían y repetían el conteo y los pasos, tenían un pequeño
aparatejo, en el cual había una pequeña cinta que rebobinaban y rebobinaban
cada vez que querían de nuevo repetir sus pasos. La escena en sí era como ya he
dicho, enternecedora y los movimientos gráciles de los ratones me creaban
divertimento y así hubiera seguido si no fuera porque a mi los ratones siempre
me han provocado escalofríos.
Afortunadamente para mí, en
cuanto denotaron mi presencia, después de mirarme con asombro y de emitir unos
pequeños chillidos, desaparecieron con toda su parafernalia por debajo de los
muebles, quedando sobre la mesa mi candelabro más preciado con su encantadora
vela. Después de esto no pude beber un solo vaso de agua, me bebí el contenido
de la botella entera, no sabía si soñaba o de verdad estaba despierta, regresé
a mi lecho y ahí con el ojo aún cuadrado por tal revelación, pasé las horas
contemplando el hermoso tapiz de mi habitación hasta que lo iluminaron los
primeros rayos del sol.
Al día siguiente comenté con toda
la familia lo acontecido y todos se reían de mi experiencia, la mayoría dudaban
que fuera cierto y finalmente llegaron a la conclusión de que así era, pero no
todos adquirieron la misma actitud, ni tampoco llegaron a la misma conclusión,
mi marido, fiel a mi como siempre me creía de forma incondicional y a pie juntillas y mi hija Minina, quien
durante todo mi monólogo y conclusiones de los demás, mantuvo la calma, se limitó a esbozar una sonrisa, mientras
comía con diminutos mordiscos una tostada con mantequilla y miel y se bebía a
sorbitos una tacita de cocoa humeante, y después que todos terminaron de
disertar y ratificar sus múltiples conclusiones, Minina simplemente musitó:
-Son mis amigos y están aprendiendo a bailar.-
Todos permanecimos callados
durante un tiempo que pareció eterno, hasta que yo saliendo de mi estado de
estupefacción le pregunté: ¿Cómo es así? cuéntanos Nina.- Limpiando su boquita
con su servilleta con finas y gráciles maneras, mi pequeña nos comentó como
todo esto empezó con sus primeras lecciones de clarinete, cuando por fin
después de estar ensayado mucho y haber por fin aprendido a interpretar un
pieza completa, la empezó a tocar en su habitación, y de pronto ellos vinieron
de no sabía dónde, sólo sabía que habían entrado por la ventana.
Al principio se quedaron
sentaditos en el dintel de la misma y poco a poco habían ido ganando
territorio. Empezaron a escuchar su incipiente interpretación, sobre la cama,
descansando recostados sobre mullidos cojines, posteriormente se aventuraron a
bajar al suelo y desde ahí empezaron a realizar una serie de bamboleos de lo
más estrambótico, que no le quedó más remedio que dejar de tocar para
indicarles como hacerlo correctamente, y ésto Minina lo hacía muy bien ya que
tomaba diversas clases de danza, pero en cuanto su melodía cesó y pronunció la
primera palabra éstos se escabulleron en una forma tan rápida que fueron un
visto y no visto.
Poco a poco se las fue ingeniando
para indicarles formas y pasos que cuadraban perfectamente con lo que
interpretaba, con una batuta o con gestos, pero esto le resultaba un tanto
incómodo ya que tocar con una sola mano era bastante difícil, hasta que
finalmente ella misma se enzarzaba en la danza, al mismo tiempo que tocaba. Los
ratoncitos estaban encantados y empezaron a cuchichear entre sí y Nina se quedó
sorprendida ya que les entendía perfectamente, intentó tratar de hablar con
ellos pero siempre ocurría lo mismo, en cuanto ella dejaba de tocar, los
ratones desaparecían de su habitación huyendo como despavoridos.
Una noche se le ocurrió probar
algo que había leído en un libro, comunicarse telepáticamente con los ratoniles
bailarines y ¡eureka!, funcionó a las mil maravillas. Ahora eran sus amigos y
todas las ocasiones en que Nina ensaya el clarinete, ellos vienen a bailar, es
por ello que a su profesor de música le ha pedido le enseñe varias melodías
bailables de diversos ritmos musicales, como sus amigos son un tanto cuanto
patosos les cuesta mucho aprender los bailes, pero les encanta bailar, así que
han prometido ensayar por las noches, lo que Nina no sabía es que lo hacían en
la cocina.
Nina siguió platicando acerca de
cómo ahora, mientras ella tocaba, ellos a veces bailaban, otras se montaban un
picnic al centro de la habitación, o se tendían sobre su lecho y cojines boca
arriba, en bañadores, con gafas de sol y hermosos parasoles, a tomar el sol que
se filtraba por su ventana. En otras ocasiones se dedicaba a recorrerla jugando
por su cuerpo, inspeccionándolo todo, incluso que había bajo sus cabellos. Los
momentos más gratos los pasaba, cuando ahí sentaditos sobre diversos puntos de
la habitación y acompañados por la música más tenue y ad hoc a la
circunstancia, le narraban cuentos, chistes he historias sobre ratones. Pero
aún no había conseguido lograr que ellos realizaran todo esto, sin que ella
parara de tocar, una a una todas las veces que lo intentaba los ratoncillos se
esfumaban en un simple pestañeo.
Todos tratamos de explicarle que
para nosotros sus recientes amigos, nos resultaban un tanto molestos, porque
tenían fama de robar cosas, entre ellas principalmente la comida y porque entre
otras cosas nos producían una especie de repeluz. Nina apaciguó nuestras
angustias ratificando que sus amiguitos sólo venían a bailar y a pasar gratos
momentos con ella, que todos trabajaban en un circo, donde por cierto eran muy
bien tratados y alimentados.
Así que a partir de esa noche,
tuve que habituarme a que los mentados ratoncillos con su extraño aparatejo,
invadieran noche a noche mi cocina, ahora convertida en improvisado salón de
escuela de baile.
MIXETA LA MEVA NENA FELÍ
A Cynthia en el seu
aniversari a qui no li agraden els gats, esperant
que amb aquest relat
els trobi el seu costat divertit.
Capítol 1
Com el flautista de Hamelín
Aquesta història no és per
quedar-se guardada, és per ser explicada i ara et diré perquè.
Ahir a la nit tenia jo molta
sigueu i encara que el meu jaç era d'allò més plaent, em vaig veure obligada a
separar-me d'ell per un moment i per descomptat vaig dirigir els meus passos
cap a la cuina, com no seria la meva sorpresa en veure una petita llum somorta
i que del lloc venia una singular musiquet, immediatament vaig aguditzar els
meus sentits i vaig caminar de puntetes, perquè definitivament algú havia
envaït la meva cuina.
Afortunadament la porta de la
mateixa té una espècie de finestra rodona, com les típiques que il·lustren en
els vaixells, centrada en la part superior d'aquesta, la qual, així de
puntetes, em permet entrellucar dins d'ella. No veia gens especial, excepte que
sobre la taula estava el més preciós dels meus candelers amb una de les
espelmes decorades que guardava per a ocasions especials encesa. Com no
visualitzava cap intrús o desconegut vaig decidir llavors traspassar la llinda
i obrint la porta lentament, vaig veure una escena entre divertida, tendra i
esgarrifosa que et puguis imaginar, tal vegada et soni rar el que pugui
conjunyir adjectius tan dispars en una sola frase, però l'escena per a mi era
així ni més ni menys.
Aquí a la llum de les vés-les un
parell de ratolins blancs assajaven una dansa, un, dos tres; un, dos, tres; un,
dos, tres; repetien i repetien el l'enumeració i els passos, tenien un petit
aparell, en el qual hi havia una petita cinta que rebobinaven i rebobinaven
cada vegada que volien de nou repetir els seus passos. L'escena en si era com
ja he dit, tendra i els moviments gràcils dels ratolins em creaven diversió i
així hagués seguit si no fos perquè al meu els ratolins sempre m'han provocat
esgarrifances.
Afortunadament per a mi, quan van
denotar la meva presència, després de mirar-me amb sorpresa i d'emetre uns
petits xiscles, van desaparèixer amb totes les seves cosesper sota dels mobles,
quedant sobre la taula el meu candeler més preuat amb la meva encantadora
espelma. Després d'això no vaig poder beure un sol got d'aigua, em vaig beure
el contingut de l'ampolla sencera, no sabia si somiava o de debò estava
desperta, vaig tornar al meu jaç i aquí amb l'ull encara quadrat per tal
revelació, vaig passar les hores contemplant el bell tapís de la meva habitació
fins que ho van il·luminar els primers rajos del sol.
L'endemà vaig comentar amb tota
la família l'esdevingut i tots reien de la meva experiència, la majoria
dubtaven que fos cert i finalment van arribar a la conclusió que així era, però
no tots van adquirir la mateixa actitud, ni tampoc van arribar a la mateixa
conclusió, el meu marit, fidel a mi com sempre em creia de forma incondicional
i a peus junts i la meva filla Mixeta, qui durant tot el meu monòleg i
conclusions dels altres, va mantenir la calma, es va limitar a esbossar un
somriure, mentre menjava amb diminutes mossegades una torrada amb mantega i mel
i es bevia a petits xarrups una tasset
de xocolata fumejant, i després que tots van acabar de comentar i
ratificar les seves múltiples conclusions, Mixeta simplement va mussitar: -Són
els meus amics i estan aprenent a ballar.-
Tots vam romandre callats durant
un temps que va semblar etern, fins que jo sortint del meu estat d'estupefacció
li vaig preguntar: Com és així? explica'ns Mix.- Netejant el seu petita boca
amb el seu tovalló amb fines i gràcils maneres, la meva petita ens va comentar
com tot això va començar amb les seves primeres lliçons de clarinet, quan per
fi després d'estar assajat molt i haver-hi per fi après a interpretar un peça
completa, la va començar a tocar a la seva habitació, i de sobte ells van venir
de no sabia on, només sabia que havien entrat per la finestra.
Al principi es van quedar
asseguts en la llinda de la mateixa i a poc a poc havien anat guanyant
territori. Van començar a escoltar la seva incipient interpretació, sobre el
llit, descansant recolzats sobre embuatats coixins, posteriorment es van
aventurar a baixar al sòl i des d'aquí van començar a realitzar una sèrie de
moviments d'allò més estrafolaris, que no li va quedar més remei que deixar de
tocar per indicar-los com fer-ho correctament, i això Mixeta ho feia molt bé ja
que prenia diverses classes de dansa, però quan la seva melodia va cessar i va
pronunciar la primera paraula aquests es van esfumar en una forma tan ràpida
que van anar un vist i no vist.
A poc a poc les hi va ser
enginyant per indicar-los formes i passos que quadraven perfectament amb el que
interpretava, amb una batuta o amb gestos, però això li resultava una miqueta
incòmode ja que tocar amb una sola mà era bastant difícil, fins que finalment ella
mateixa s'enredava en la dansa, al mateix temps que tocava. Els ratolins
estaven encantats i van començar a xiuxiuejar entre si i Mix es va quedar
sorpresa ja que els entenia perfectament, va intentar tractar de parlar amb
ells però sempre ocorria el mateix, quan ella deixava de tocar, els ratolins
desapareixien de la seva habitació fugint com a espaordits.
Una nit se li va ocórrer provar
alguna cosa que havia llegit en un llibre, comunicar-se per telepatia amb els
ratolins ballarins i ostras!, va funcionar d'allò més bé. Ara eren els seus
amics i totes les ocasions en què Mix assaja el clarinet, ells vénen a ballar,
és per això que al seu professor de música li ha demanat li ensenyi diverses
melodies per ballar diversos ritmes musicals, com els seus amics són una
miqueta quant maldestres els costa molt aprendre els balls, però els encanta
ballar, així que han promès assajar a les nits, la qual cosa Mix no sabia és
que ho feien en la cuina.
Mix va seguir explicant sobre com
ara, mentre ella tocava, ells de vegades ballaven, unes altres es muntaven un
pícnic al centre de l'habitació, o es tendien sobre el seu jaç i coixins de cap
per amunt, en vestits de bany, amb ulleres de sol i bells ombrel·les, a prendre
el sol que es filtrava per la seva finestra. En altres ocasions es dedicava a
recórrer-la jugant pel seu cos, inspeccionant-ho tot, fins i tot que hi havia
sota els seus cabells. Els moments més grats els passava, quan aquí asseguts
sobre diversos punts de l'habitació i acompanyats per la música més tènue i ad
hoc a la circumstància, li narraven contes, acudits he històries sobre
ratolins. Però encara no havia aconseguit aconseguir que ells realitzessin tot
això, sense que ella parés de tocar, una a una totes les vegades que ho
intentava els ratolins s'esfumaven en un simple parpelleig.
Tots tractem d'explicar-li que
per a nosaltres els seus recents amics, ens resultaven una miqueta molests,
perquè tenien fama de robar coses, entre elles principalment el menjar i perquè
entre altres coses ens produïen una espècie de aversió. Mix va apaivagar les
nostres angoixes ratificant que les seves petits amics només venien a ballar i
a passar grats moments amb ella, que tots treballaven en un circ, on per cert
eren molt bé tractats i alimentats.
Així que a partir d'aquesta nit,
vaig haver d'habituar-me al fet que els esmentats ratolins amb el seu estrany
petit aparell, envaïssin nit a nit la meva cuina, ara convertida en improvisat
saló d'escola de ball.
MININ MY FELINE GIRL
For Cynthia in hers birthday who does not like cats, hoping
with this story she
will find its funny side.
Chapter
1
As the pied piper of Hamelin
This story is not to be saved, is
to be told, and now I will tell you why.
Last night my bed was more pleasant,
but I was really thirsty so, I was obliged to separate me from it for a moment
of course headed my steps towards the kitchen, which was my surprise to see a
small dim light and that place had a singular music, immediately sharpen my
senses and walked on tiptoe, because someone had definitely invaded my kitchen.
Fortunately the door it has a kind of round window, how
typical illustrating in boats, centered at the top of this, which, thus on
tiptoe, allows me to glimpse inside it. I didn't see anything special, except
that on the table was the most precious of my chandeliers with a decorated
candles kept lit for special occasions. As it’s not displayed any intruder or
unknown I decided to then transfer the lintel and opened the door slowly and
saw a scene between funny, tender and creepy that you can imagine, maybe you
sound weird which can bring together disparate adjectives in a sentence, but
the scene for me was thus neither more nor less.
There in the light of the
candles, a couple of white little mice rehearsed a dance, one, two, three; one,
two, three; one, two, three; repeated and repeated the count and steps, they
had a small and rare machine, in which there was a small tape rewinding and
rewinding whenever they wanted to again repeat his steps. The scene itself was
as I have already said, touching and graceful movements of mice created me fun
and thus it would have followed if not because of me, mice have always caused
me chills.
Fortunately for me, as soon as
they denoted my presence, after looking at me with amazement and issuing a few
small squeals, disappeared with all its paraphernalia underneath furniture,
leaving on the table my most precious charming candle chandelier. After that I
could not drink a single glass of water I drank the whole bottle contents, I
didn't know if he was dreaming or really I was awake, I went back to my bed and
there with the eye still square by such a revelation, I spent hours
contemplating the beautiful tapestry of my room until the first rays of
sunlight illuminated it.
The next day the whole family
mentioned what happened and everyone was laughing at my experience, most
doubted that was true and finally concluded that it was, but not all acquired
the same attitude, nor reached the same conclusion, my husband, faithful to me
as I always thought of blindly and unconditionally and my daughter Minin, who
during my monologue and conclusions of others, remained calm, merely a smile,
as she ate with tiny bites one toast with butter and honey and sipped a cup of
steaming cocoa, and after everyone finished lecturing and ratify its many
conclusions, Minin simply whispered:
-they are my friends and they are
learning to dance. –
We all stood silent for what
seemed like forever, until I get out of my state of stupefaction I asked: How
is it? Nin tell us. - Wiping his mouth with his napkin with fine and graceful
ways, my little told us how it all began with her first clarinet lessons when
finally after being tested a lot and have finally learned to play a full part,
the started playing in her room, and suddenly she did not know where they came
from, only that they had come through the window.
At first they were sitting-on the
lintel of the same and had been slowly gaining ground. They began to hear his fledgling
interpretation, on the bed, resting lying on soft cushions, then ventured down to
the ground and from there began a series of wobbles as bizarre, she had no choice
but to stop playing for telling them how to doing it properly, and this made it
very well Minin and taking various dance classes, but as the melody stopped and
uttered the first word they slipped in so quickly that they were a seen and unseen.
Little by little she will devise
to indicate ways and steps that add up perfectly with what we played, with a
baton or gestures, but that she was somewhat awkward as playing with one hand
was quite difficult, until finally she linking herself in dance while playing.
The mice were delighted and started whispering to each other and Nin was
surprised because I understood perfectly, tried to try to talk to them but it
was always the same, as soon as she stopped playing, the mice disappeared from
his room running like terror.
One night she came to try
something I had read in a book, mousy communicates telepathically with dancers
and eureka!, it worked like a charm. Now her friends, no matter where and all
the times Nin tested the clarinet, they come to dance, which is why her music
teacher she asked he teach her several dance tunes of various musical rhythms,
as her friends are somewhat clumsy as find it hard to learn the dances, but I
love to dance, so I have promised rehearse at night, what Nin didn’t know was
that they did in the kitchen.
Nin continued talking about how now,
while she played, they sometimes danced, others rode a picnic to the center of the
room, or they lay on his bed and cushions face up, in bathing suits, wearing sunglasses
and beautiful umbrellas, to the sun filtering through her window. At other times
was dedicated to cross it playing for your body, inspecting everything, even beneath
her hair. The fondest moments were spent, when there sit-on various points in the
room, accompanied by music and ad hoc dimmer to the circumstance, she told tales,
jokes have stories about mice. But she had not managed to get them to undertake
all of this, but all the times when she tried to stop playing, one by one the little mice disappear like a smoke in just a blink.
We all try to explain that to
ushers recent friends, we proved a bit annoying, because they had a reputation
for stealing things, including food and mainly because among other things we
produced a kind of aversion. Nin calmed our anxieties confirming that his
friends just came to dance and spend pleasant moments with her, they all worked
in a circus, which by the way were very well treated and fed.
So from that night, I had to get
used to that mentioned little mice with their strange machinery, nightly
invaded my kitchen, now turned into impromptu dance school hall.
Yolanda de la Colina Flores
Otoño del 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario