Capítulo 3
La pequeña
rosa insomne
El verdadero
nombre de Rosalinde era Minette, por genealogía pertenecía a esa familia de rosas que comúnmente
la gente llama Duchese D’Orleans y de ahí
procedía, había nacido a sólo una hora de la maravillosa ciudad de París, para
ser más exactos a sólo 130 kilómetros al sureste de la bella ciudad muy cerca
del río Loria, en el Parc Floral de la
Source. Hacia poco tiempo que había tenido que
trasladarse y extrañaba la ciudad que le vio nacer, sus calles tachonadas de
vívidas casas blancas y una que otra con un colorido donde destacaban una regia
gama de bermellones, un lugar lleno de iglesias y catedrales de las que evocaba el tañido de los
campanarios.
Se decía que
su especie tenía dos atributos que otras rosas no tenían, la increíble
capacidad de trepar por las paredes y su inusitada resistencia a las heladas.
Aunque como ya hemos dicho había nacido en el Parc Floral de la Source, pasó un largo tiempo, antes de su partida, en un pequeño
apartamento ubicado en la Rue Sant Eloi, de
donde recordaba esos paisajes intrincados de callejuelas y sonares de campanas.
Durante su
estancia en ese bello lugar, había tomado clases, más por verdadera vocación que
por obediencia a sus padres de solfeo, piano y algunos tipos de danza y aunque
estos le encantaban su afición eterna y preferida era cantar. Era una rosa acicalada,
vestía siempre a juego con sus pétalos y su follaje, siempre de forma elegante
y sin estridencias, no había nada que desencajara de sus atuendos.
Toda su vida
había vivido siempre en un entorno de rosas, su mundo se encontraba avocado a
ellas y su universo, conocía un intrincado número de familias entrelazadas en
donde se entremezclaban desde rosas antiguas, silvestres y modernas. Siempre
había asistido a todas las fiestas y concursos que estas organizaban, su feliz
devenir estaba plagado de fiestas donde reinaban a placer los valses y los más
excelsos ballets.
Hasta que un
día su madre la tomó de la mano en forma especial y todo cambió, la llevó a una
ventana donde se contemplaba el esplendor del Parc Floral de la Source y con voz casi inaudible le musitó: -Ma petite Minette, es tiempo de que partas, tu misión se acerca.- Minette por supuesto avasalló a su madre con cientos de preguntas,
entonces la madre pidió les trajesen un delicioso servicio de té y sentándose
con su hija en un mesita propia para degustarlo empezó a charlar con ella, con
una voz entrecortada por alguno que otro suspiro: -Ma chère Minette, ¿nunca te has preguntado porque mientras todas tus hermanas y
primas duermen durante la noche como verdaderas lironas, tu en cambio yaces en
un sueño ligero, dispuesto a disiparse con el más ligero ruido?, ¿tampoco te ha
intrigado porqué todos podemos tomar una siesta después del medio día plagado
de brillantes rayos de sol y tú no?, ¿porqué tu voz de soprano coloratura
alcanza tonos que hasta ahora nunca se habían escuchado dentro de nuestra
genealogía?-
La chère
Minette, negó con la cabeza, - Non, ma chère
mère, nunca me lo había preguntado, sólo pensaba
que era diferente y ya está, la verdad nunca hice meditaciones acerca de ello.-
-Pues todo
obedece- continuó la madre, -a una antigua leyenda que circula de bosque en
bosque, de colina en colina, de prado en prado, de jardín en jardín, de arriate
en arriate, de maceta en maceta, por citar algunos lugares, lo que quiero
decirte mon cher petit, es que doquiera que
existan flores en este país esa vieja leyenda se conoce y su llegada se teme.
Por alguna razón que desconozco, nuestra familia está ligada a ella desde
tiempos inmemoriales y de forma ancestral, en esta leyenda se habla de un advenimiento
próximo aunado al nacimiento de una pequeña rosa insomne y esa mon petit, eres tú. La leyenda está por cumplirse y para que toda la flora
salga airosa de ello deberás partir a la campiña a casa de tu tía Noisette, ahí esperarás que llegue ese día especial, no puedo decirte más,
no porque no lo desee ma fille chérie, sino
porque no me ha sido revelado nada más.
La pequeña Minette sin más preguntas de por medio, partió a donde su madre le
indicaba y toda su grandiosa parentela le despidió agitando sus pequeñas manos
con pañuelitos de encajes y organzas
de una gama especial de blancos colores.
Minette llegó con su tía y fue recibida por todo el jardín entre gritos y
algarabías, no había ninguna rosa de su especie dentro de él y esto le daba una
nueva vistosidad al lugar. Todos los días al levantarse Minette siempre daba un pequeño y bello mini concierto mientras tomaba su
ducha fresca de rocío matinal, todo el jardín estaba encantado de despertar con
las hermosas notas que su pequeño cuerpo emanaba, parecía entonces que todo el
lugar adquiría un ritmo preciso y matemático al cual todos se ceñían y
empezaban su despertar y tareas siguiendo los compases que esta les mandaba. Se
sentían maravillados y siempre le decían: ¡que rosa tan linda!, ¡que rosa más
linda!, así que poco a poco su nombre iría cambiando y después de un tiempo,
cuando alguien le preguntaba por su nombre simplemente siempre respondía: Rosalinde.
Pasó el tiempo
y nada singular acontecía en aquel grandioso jardín, Rosalinde dejó de preocuparse por su ignota misión y se dispuso a disfrutar
de la maravillosa y plácida vida en la campiña. Era feliz y disfrutaba de la
compañía de todas las diversas flores que en él habitaban, unas a otras se
contaban su experiencia de acuerdo a su especie, se leían cuentos e historias
propias de su entorno y se enriquecían con las experiencias y vivencias que
entre todos se narraban. De pronto Rosalinde
cayó en cuenta que entre tanta variedad de flores no había visto ni una
remotamente familiar, no había por ahí ningún otro tipo de rosa. Intrigada y no
sin cierto temor, algo intuía en su interior, preguntó con voz entrecortada:
-¿No hay ni una rosa en este jardín?- todos cambiaron miradas entre si y un
silencio que pareció durar una eternidad invadió el lugar. Por fin la pequeña Fleur
de Rommier con voz dulce le dijo:, -Existía hasta
hace poco una grandiosa familia de Rose du Roi,
de las cuales destacaba una preciosa declamadora llamada Le Fleur Rose Rouge, pero un día
antes de tu llegada, cayó en un profundo sueño, al igual que sus familiares y
por más intentos que hemos hecho, no hemos podido hacer nada para despertarles
de tan profundo letargo y lo más preocupante aún es que lentamente se van
desvaneciendo, se están volviendo transparentes y creo que ya falta muy poco
para que por fin desaparezcan, incluso llamamos a nuestra erudita en medicina
botánica Le médecin Le Fleur
Racine de Sucre, lástima que ahora esté en un
congreso fuera de aquí y no te pueda dar más información.
Yolanda de la Colina Flores
Primavera del 2013
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