Cuando natura matiza el color
en tonos oro o cobrizos,
junto a los días más cortitos
esta hadita reaparece.
Sus grandes amigos son
muchos árboles frondosos,
fresno, saúco o bello endrino,
roble, espinera o lantana.
Sus frutos amados son:
bellotas, bayas o hayucos,
zarzamora, brionias o alheñas,
las castañas y avellanas.
También las moras silvestres
en variedad de colores,
ácidas zarzaparrillas
y tiernas manzanas dulces.
En septiembre en equinoccio,
bajo la luz de la luna,
ofrece el trigo y los frutos
a la madre tierra oscura.
Y vierte sobre sus suelos
libación de vino de prímula,
asegurando cosechas,
de abundancia sin igual.
La víspera del fin de octubre
en un gran baile de máscaras,
alrededor de una hoguera
revela su identidad.
Yolanda de la Colina Flores
20 de junio del 2014
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