Seguro has visto en los cuentos
esta clase de hechiceras,
con matraces y mecheros
con calderos cual pucheros.
Las creadoras de brebajes
de filtros o bebistrajos,
elixires, medicamentos,
de pócimas y potingues.
Se montan laboratorios
en lugar insospechado,
en una cueva profunda
o en un picnic bien montado.
Ellas crean sus pociones
con conjuros y canciones,
para curar mal de amores
y también a los tragones.
Con las hojas del otoño
o con simples calabazas,
con té verde de la abuela
u hojitas de girasoles.
Ellas curan barrigones,
que comen como glotones
zampándose sin temores
y engullendo cual dragones.
También el aburrimiento
y la tristeza sin par,
para ello te harán probar
risas en medicamento.
Todo mal te han de curar
pero algo tendrás que pagar,
y a veces el pago es:
tragarse un sapito horrendo.
Jijiji, jaja, jojojo,
“Sea verdad o sea mentira,
como aquel que no convida
tiene un sapo en la barriga”.
Yolanda de la Colina Flores
24 de julio del 2014
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