Esta
graciosa princesa,
no
es tan solo equilibrista,
además
de ser traviesa,
también
es malabarista.
Hace
un sinfín de cabriolas,
suspendida
de unos hilos,
con
sus mejores amigos,
que
alucinan las alturas.
Son
un quinteto de erizos,
con
el color de las nubes,
los
cuales hacen hechizos,
con
sus tiernas redondeces.
Pues
esponjan sus espinas,
y
se lanzan por los aires,
y
asemejan estrellitas,
con
colores rutilantes.
La
princesa los adora
por
que esta media decena
en
cepillo se transforman
cuando
la nena se peina.
O
en suavecitas brochitas,
cuando
se pone polvitos,
y
en pequeñas esponjitas,
cuando
se toma un bañito.
Cuando
sale de la ducha,
ellos
se suelen poner,
como
una alfombra felpuda,
para
que pose los pies.
No
le hacen ningún rasguño,
ni
siquiera una heridita,
solo
prodigan cariño,
a
la dulce princesita.
Y
así estos amigos cumplen,
un
dicho algo popular:
Los
que con espinas nacen,
no
a todos suelen pinchar.
Yolanda
de la Colina Flores
31
de marzo del 2012