Cual buen nudo marinero,
esta princesa persigue,
hacer un “enroscadero”,
con su figura flexible.
Los pies van a la cabeza,
sin saber como se mueven
y los brazos se entretienen,
en torcerse como trenza.
De la testa hasta los dedos,
que bien adornan sus pies,
entreteje contorsiones,
con tan solo un buen vaivén.
Su cuerpecito asemeja,
una goma de mascar,
estirada como un chicle,
que han sabido masticar.
Se hace nudos intrincados
y se suele embelezar,
en tratar de deshacerlos,
con flexibilidad genial.
Como siempre la princesa,
suele estar muy atareada,
con sus manos ocupadas,
en doblarse con destreza.
Por ello cuando alguien llega,
o se quiere despedir,
ella por siempre los deja,
con un palmo en la nariz.
A ella muy bien le queda,
ese dicho de los niños:
Si te alejas y me dejas,
dime adiós con las orejas.
Yolanda de la Colina Flores
29 de marzo del 2012
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