Las petunias estaban furiosas, a las
azaleas les dio un soponcio, las
azucenas se querían cortar las ramas para desaviarse, las violetas dejaron de
respirar y se pusieron azules, las
clavelinas cogieron tal enojo que casi les salía clorofila por la boca, las
gardenias se recuperaban del desmayo oliendo pomitos de su más fuerte
fragancia, las margaritas ni se
enteraron pues estaban divagando en pensamientos.
Resulta que en el jardín todas estas
bellas flores, formaban grandes legiones y se sentían importantes, venían de
regios arbustos cargaditos de botones, unas en tierna floración y otras
completamente abiertas.
Existían también ahí un par de pequeños
botones que en un grandioso rosal asomaban sus colores, muy juntos uno del otro. Las otras les despreciaban pues les veían poca cosa, y se decían al oído
cuchicheando unas a otras:
¿Ya te has fijado querida,
que esa planta tan esbelta,
con pinchos o con espinas,
sólo dos botones muestra?.
Cuando los botones se abrieron éstas
continuaban criticando a las flores del rosal:
¿Aún más raro es todavía,
que de la misma simiente,
éstas sean tan parecidas
y a la vez tan diferentes?.
Un día sin previo aviso un alud de
mariposas arribaron por aquel jardín y se posaron una a una sobre cada una de
las flores, pero al final todas revoloteaban por largo tiempo sobre el rosal.
Cuando las mariposas ya partían
sobrevolando, las flores de aquel lugar les preguntaron todas al mismo tiempo:
¿Porqué os posáis en las rosas,
más tiempo que con nosotras,
si somos las más hermosas,
de este jardín portentoso?
Si alguna duda tenéis,
preguntadlo por ahí,
el espejito del reino,
nos ha dicho que es así.
Las mariposas en franco vuelo de retirada
les lograron responder:
¡Ja!, ese espejo no es de fiar,
el sólo mira y no piensa,
por ello belleza externa,
él sólo suele mirar.
Las flores del jardín hicieron el
berrinche de su vida y cada vez que las mariposas venían dejaban que se posaran
en ellas, pero no les respondían ni una mirada y mucho menos les dirigían la
palabra.
Un buen día un grupo de visitantes
llegaron obviamente a visitar el jardín y después de admirar todas sus flores,
armaron tremendo revuelo alrededor de aquel rosal, después junto a él montaron
una mesa bien dispuesta, tomaron té con pastitas y departieron todos muy contentos,
hablaban de sus lecturas y compartían sus vivencias, al partir depositaron cada
uno un beso en cada una de las rosas.
Como ya os lo he narrado, fue aquí cuando
las flores entonces armaron el espectáculo más impactante que sobre la envidia
alguien haya podido montar.
Después de tosidos y sofocos y una vez
que estas flores lograron reponerse, a todas estas personas les preguntaron a un
tiempo:
¿Cómo es que a estas pringadas,
les dais toda su atención?,
¡si somos más primorosas,
nuestro espejo lo afirmó!
Los visitantes con una sonrisa les
respondían al igual que a las mariposas que no se fiaran de ese espejo, pues éste
sólo era capaz de ver la belleza exterior y ésta no era realmente importante.
Les explicaron que con el tiempo todas
ellas madurarían y un buen día se secarían, pero eran necesario que así fuera
para crear el círculo de la vida; las flores todavía un poco necias
respondieron nuevamente al unísono:
¿ Y que círculo de vida,
van éstas a elaborar,
si este par de esmirriadillas,
ni un solo vástago dan?
Los visitantes soltaron la carcajada y le
hicieron ver lo que la ceguera de su envidia, hasta ahora no les había
permitido ver. La más sabia del grupo les señaló el rosal y les dijo: Si
ustedes observan bien una tiene dos retoños y van apenas iniciando el ciclo de
la vida y a la otra le han nacido miles de hojas con las cuales un libro está
formando. Además todos nosotros somos como ellas, las mariposas se posan en
nosotros y los seres que nos aman nos dan millares de besos.
En ese momento llegaron las mariposas y
se pusieron a cantar a coro:
¿Cómo es posible que ustedes,
hayan creído que es cierto,
lo que les dijo mintiendo,
ese espejo lisonjero?
Como la que esta historia escribe,
ha adquirido una afición,
con un refrán que suscribe,
¡hay les va la situación!
Todas las
flores escuchen
y los seres de esta región,
un dicho que por ahí dicen
y que nos causa emoción.
Dice un refrán popular:
Los besos y mariposas,
se suelen sólo posar,
en las cosas más hermosas.
Yolanda de la
Colina Flores
3 de junio del 2012