Como una graciosa araña,
va trepando a las alturas
y en trapecio la pequeña,
va tejiendo florituras.
Con un listón bermellón,
con el que crea figuras
y de pronto de un tirón,
lo transforma en mil figuras.
Pues con gracia y con encanto,
ella transforma con cintas,
millares de serpentinas,
y avalanchas de confeti.
Y las lanza sobre todos,
los presentes que embobados,
se atragantan con la boca,
rellena de serpentinas.
Luego esta lluvia transforma,
en una lluvia divina,
de polvitos oro y plata,
que todos llevan a casa.
Así ella cumple ese dicho,
que tal vez sea una esperanza:
Las lluvias de diversión,
oro fino siempre son.
Yolanda de la Colina Flores
8 de abril del 2012
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