A
este par de mellizas,
Dios
les quiso regalar,
algo
que las distinguiese,
de
su efigie tan igual.
Así
que no pueden ser,
idénticas
en cualquier lid,
algo
tenían que tener,
que
las distinguiera al fin.
Son
ying yang por excelencia,
aceite
y agua al mezclar,
una
siempre está en vigilia,
la
otra adora dormitar.
Desvelo
cumple sus sueños,
entre
las hojas de libros,
Sueño
profundiza en ellos,
entre
almohadas y cojines.
Y
parecen tan iguales,
pero
son tan diferentes,
Desvelo
con ojo abierto,
y
Sueño siempre durmiendo.
Los
párpados se le cierran,
pero
aunque duerma se entera,
de
todo lo que en el reino,
Desvelo
hace que suceda.
Ella
vigila por ambas,
la
llegada de otro tiempo,
donde
ya no jugarán,
a
los sueños y el desvelo.
Porque
leer es placer,
aunque
le indique desvelo,
alimentar
el saber,
y
dormir de tiempo en tiempo.
Y
dormir también es bueno,
aunque
implique desterrarse,
de
las cosas que suceden,
a
los que están bien despiertos.
Así
que estas princesas,
cuando
crezcan por igual,
cada
una ha de menguar,
lo
que más le ha de agradar.
Porque
las niñas se saben,
el
dicho de su mamá:
“El
dormirse y desvelarse,
se
debe dosificar”.
Yolanda
de la Colina Flores
17
de mayo del 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario