Esta
princesa conoce,
las
más lejanas regiones,
y
las recorre con goce,
recostada
en almohadones.
Ha
visitado el Sahara,
y
el polo norte ya ha visto,
y
no ha estado acalorada,
y
ni el frío ella ha sentido.
Ha
paseado por la selva,
sin
que le pique un mosquito,
y
a mil riscos ha subido,
sin
tener ningún vahído.
Por
el mundo va viajando,
sin
vehículos ni lastres,
y
jamás lleva consigo,
ningún
tipo de equipaje.
Se
pasea entre museos,
o
emblemáticos lugares,
países
y otros lenguajes,
la
envuelven entre recreos.
Lleva
majestuosas alas,
con
que viaja a todas partes,
y
planear entre mil lares
jamás
le resta las ganas.
Y
conoce personajes,
con
los que siempre soñó,
y
se suma sin ambages
con
heroínas de acción.
A
Porcia felicitó,
cuando
a su Antonio salvó.
Y
a la Bennet comprendió
cuando
a Darcy conoció.
Y
quiere ser como Leola,
transformándose
en leona,
o
quizás como la Granger,
o
la Lisbeth Salander.
Ya
así pasar en un trance,
de
campesina a guerrero,
ser
nombrada caballero,
sin
perder ningún cabello.
Y
con personajes vuela,
por
visionarios creados,
pero
también con los suyos,
que
con su inventiva crea.
Y
aunque es muy buena lectora,
ella
se pone a escribir,
y
crea sus propias historias,
y las
siembra por ahí.
Porque
leer es verdad,
que
una forma es de volar,
pero
igual de cierto es,
que
el escribir lo es también.
Yolanda
de la Colina Flores
22
de julio del 2012