La vida de esta princesa,
esta llena de costuras,
pues Stich por nombre lleva,
y cose mil travesuras.
Se le ocurren mil ideas,
cuando diseña un vestido,
pero tiene otras puntadas,
que no son hechas con hilo.
En su oficio de modista,
tiene gran creatividad,
pero ella también se aplica,
en bromas que ha de gastar.
De la estética el sentido,
le ha llevado a elaborar,
cualquier clase de vestido,
que alguien pueda imaginar.
De la broma su capricho,
la han llevado a propiciar,
carcajadas en el reino,
y momentos sin igual.
Por que ella crea portentos,
para ella y sus muñecas,
para su aya y sus maestros,
se regodea en travesuras.
Y escogiendo materiales,
de los mejores textiles,
va pensando en las maneras,
de atizar a institutrices.
Y aquí coloca una perla,
y allá borda lentejuelas,
mientras le pone una rana,
a un zapato de su hermana.
Mientras corta un buen patrón,
de un vestidito de novia,
ya le ha aventado un ratón,
a quien le tenga más fobia.
Y poniéndole a un abrigo,
un cuellito de visón,
a bañado a un repelón,
con agua helada del río.
Y cambia encajes por blondas,
y la sal por él azúcar,
cuentas de vidrio por perlas,
y pimienta por azahar.
Y nadie se enfada con ella,
por sus ñoñas travesuras,
pues antes el reino era,
todo lleno de negruras.
Sólo existía la tristeza,
hasta que ella llegó,
como una buena puntada,
que al gran Dios se le ocurrió.
La princesa nunca falla,
en sus creaciones y juegos,
sean trastadas o vestidos,
siempre le vienen al pelo.
Tal vez Dios le susurró,
o quizá ella lo inventó,
pero dentro lleva un dicho,
que ya nunca lo olvidó:
Que debe ser muy certera,
en lo que ha de elaborar:
Pues quien realiza puntadas,
bien ha de saberlas dar.
Yolanda de la Colina Flores
17 de julio del 2012
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