Ella
nació en una nube,
que
no tiene un solo nombre,
marshmalow
dicen algunos,
malvavisco
dicen otros.
Lo
cierto es que la princesa,
le
circunda suave lecho,
por
ello va por el reino,
dando
brincos y piruetas.
Y
ella siempre da saltitos,
ya
sean dobles o sean triples,
pues
donde la niña aterrice,
siempre
será algo blandito.
Y
en este mundo esponjoso,
los
lugares suelen ser,
todos
muy bien decorados,
sólo
en colores pastel.
Le
gusta formar castillos,
con
malvaviscos mullidos,
y
son de azúcar glaseada,
para
que éstos no endurezcan.
Pues
la nenita es tan dulce,
que
algodones puede hacer,
si
no controla las dosis,
las
convierte en caramel.
Y
se entretiene jugando,
creando
pomposos festines,
delicias
va combinando,
que
gusten a chiquitines.
Va
rellenando tarritos,
con
cocoa calentita,
y
con tiernos malvaviscos,
va
endulzando las bebidas.
Malvaviscos
de colores,
todos
vienen en tropel,
van
adornando los dulces,
que
ella a diario suele hacer.
Les
dibuja unas caritas,
o
les planta sombreritos,
también
hace nubecitas,
con
formas de animalitos.
Va
a las bodas y bautizos,
del
reino donde nació,
nunca
falta a los cumpleaños,
ni
festejos de ocasión.
Y
en invierno ella visita,
a
los que están en camita,
y
les alivia penitas,
con
bebidas calientitas.
Pues
le dijo su abuelita,
que
el cariño y la paciencia,
con
cocoa y nubecitas,
cualquier
congoja disipa.
Yolanda
de la Colina Flores
18
de julio del 2012
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