No
es extraño que esta nena,
lleve
por nombre Bonet,
pues
a toda la comarca,
se
le calienta el tupé.
Ha
nacido en un palacio,
anclado
en tenue ecuador,
así
el reino es inundado,
por
tibios rayos de sol.
Es
un reino de niñitas,
pues
todos los varoncitos,
se
han ido ha hacer piruetitas,
hasta
que sean mayorcitos.
En
el reino los sombreros,
se
solían confeccionar,
en
forma de cucuruchos,
o
barquitos de ultramar.
Mas
éstos se fabricaban,
con
periódico o papel,
las
noticias se mojaban,
si
ahí empezaba a llover.
Y
así nadie se enteraba,
que
pasaba por ahí,
lo
que había ocurrido allá,
o
que sucedía aquí.
La
princesita al nacer,
debajo
de su corona,
tenía
un precioso bonete,
que
le dio el hada Redonda.
Y
desde que era bebé,
la
princesa fabricó,
toda
clase de sombreros,
con
lo que hallaba en el reino.
Primero
probó con ella,
y
después con su familia,
después
siguió la realeza,
y
al final con todo el reino.
Y
así se fue convirtiendo,
en
sombrerero del reino,
y
su aptitud fue creciendo,
con
los birretes del feudo.
Y
fabrica sus gorritos,
en
tonos multicolores,
entre
un montón de lacitos,
y
con racimos de flores.
Y
a cada quien le propone,
que
escoja diseño y forma,
y
ella después les adorna
con
lo que ellas escogen.
Ella
no tiene reparos,
en
hacerlos a medida,
confeccionando
sombreros,
está
muy entretenida.
Pues
le preocupa que el reino,
tenga
cubierta la testa,
porque
con el sol descubierto,
pueden
perder la cabeza.
Pues
el dicho bien se sabe,
y
a ella jamás se le olvida:
“La
testa para que piense,
ha
de estar bien protegida”.
Yolanda
de la Colina Flores
21 de julio del 2012
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