Esta
princesa nació,
con
una gema en las manos,
quizás
eso la volvió,
orífice
de antemano.
Le
encantan todas las piedras,
sean
preciosas o guijarros,
y
se trepa en las montañas,
buscando
cuarzos de antaño.
Con
esmeraldas fabrica,
zarcillos
o gargantillas,
las
piedras del río tapiza,
con
hermosa orfebrería.
Una
terraza asoleada,
de
su grandioso castillo,
es
su casa de muñecas,
y
taller de joyería.
Entre
perlas y rubís,
ámbar,
topacio o turquesas,
esta
pequeña es feliz,
adornando
a sus muñecas.
Y
las cubre con zafiros,
lapislázuli
o diamantes,
con
piedritas del camino,
o
que encuentra en los arriates.
Gran
admiradora es,
del
grandioso Fabergé,
y
ella elabora también,
bellas
joyas por doquier,
Como
esta bella afición,
no
la puede controlar,
ella
se sube a los riscos,
para
más joyas crear.
Espeleóloga
ella es,
gran
alpinista también,
gemas
coge en las entrañas,
de
las cuevas y montañas.
Además
ella es joyera,
de
igual forma buena orfebre,
y
por horas se entretiene
en
las formas que diseña.
Las
alhajas que fabrica,
para
ella y sus muñecas,
cuando
la princesa crezca,
las
donará a las niñitas.
A
esas nenas que son buenas,
y
que portan una gema:
La
limpieza de su alma,
que
es la más valiosa joya.
Yolanda
de la Colina Flores
19
de julio del 2012
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