Toni,
hoy hace siete años nos encontramos en el camino,
bendito
Dios por enlazar así nuestros destinos.
Ay
café, café, dorado,
con
tintes lilas y morados,
tonos
lapislázuli
y
pinceladas de añil.
Me
transportas entre humos,
al
cálido bar aquel,
donde
con pies extranjeros
me
calzaba otro país.
Fuiste
un trago diferente,
en
cuerpo, sabor y textura,
una
fragancia inquietante
con
cierto olor a ternura.
Y me envuelves en la niebla
con
olor suave cual mirra,
una
bruma caprichosa,
que
me evoca su presencia.
Cierro
los ojos y miro,
sus
manos suaves de armiño,
su
caricia sigilosa
dibujando
mis mejillas.
Y
visualizo su rostro,
sus
ojos negro profundo,
las
pestañas juguetonas
y
su grandiosa sonrisa.
Y casi puedo palpar
su
dulce y cálida barba,
los
bigotes cosquilleantes
y
sus labios subyugantes.
Ay
café, café, dorado,
como
adoro esa tu esencia,
porque
traes a mi a mi amado
y
me evocas su presencia.
Yolanda de la Colina Flores
17
de febrero del 2013
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