Quién pudiera calzarse tus zapatos
y
adentrarse con ellos en tus cuadros,
recorrer
los paisajes y senderos
donde
plasmas talento sobre lienzos.
Transitar
entre el óleo y trementina,
entre
espátulas, pinceles y paletas,
percibir
los aceites y aguarrases
en
grandiosa amalgama de paisajes.
Pisar
fuerte tus trazos en la tela,
y
anegarse de regio puntillismo,
y
viajar como Akira Kurosawa
en
sueños de nostalgia y colorido.
Caminar entre lirios cuneiformes
o
mirar girasoles multiformes,
ríos
y valles de claro impresionismo
fulgurantes
de luz y cromatismo.
Deambular por trigales y cipreses
en
tus gamas perennes luminosas,
trasladarse
a las calles y caminos
que
observó tu mirada alucinada.
Más
si en ello me atrapa tu locura,
tu
obsesión y febril ilusionismo,
tal
derrama en mí de virtuosismo
me
avasalla y rebasa mis sentidos.
Y te dejo en el lienzo tu calzado
que
en su piel nos desvela tus andares,
y
no intento probármelos siquiera
pues
sé bien que es calzado de gigante.
Yolanda de la Colina Flores
7
de abril del 2013
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