Capítulo
5
La valerosa espadachín
Toda la comitiva quedo en silencio, no sabían cual
sería el desenlace de tal situación, el casca huevos se había quedado callado
con una tristeza infinita en el rostro, nadie se atrevía a decir la primera
frase u oración, la cocina parecía vacía, incluso los insectos se habían
retirado a sus escondrijos, parecían respetar el momento por el que atravesaban
sus contrincantes.
Finalmente Vale dijo las primeras palabras: -Bueno,
creo que en algo estaremos todos de acuerdo, en todo este accidente, porque
creo que podemos llamarlo así, no hubo una mala intención, el propósito del
antiguo casca huevos fue ayudarnos, lo mismo que el de Brittle, ambos sólo pretendían hacer algo positivo y sin querer,
uno se puso en peligro y el otro por desconocimiento hizo algo que terminó en
un desastre, ¿no lo crees así Tati?-
Tati tardó un rato en contestar, respiró profundo y
contestó la pregunta que su hermana le hacía, pero mientras iba hablando se
dirigía a cada uno de los escuchas, sus palabras fueron estas: - Si estoy de
acuerdo en que fue un accidente, pero en ello, nosotras tuvimos la culpa,
afortunadamente ya está todo solucionado y Brittle
va en franca recuperación, lo positivo de esto es que a nosotros nos deja un
gran lección, primero aprendimos a que nunca se debe dejar a nadie de lado,
todo integrante de un lugar es importante y en cualquier acción a realizar se
le debe tomar en cuenta, siempre habrá algo que pueda realizar, por pequeño o
antiguo que parezca, la segunda lección es que cada ser tiene una naturaleza
propia o instinto y para que este sea empleado en el bien común se le debe
dejar que la utilice en estos propósitos. A nadie se le debe minimizar ni
relegar.
Yo por ejemplo prometo usar el casca óvolos cada vez
que tenga que cascar un huevo, y hablo de sólo tronchar a uno de esos huevos de
los que su misión es alimentarnos y están contentos de ello y no lo hago por darle un uso así nada
más, sino porque no lo hago de la manera adecuada y cuando ayuda a mamá a hacer
una tortilla francesa o un pastel siempre ando dejando regados trozos de
cascarón en las mezclas.-
-Tienes razón- aseveró Vale –yo prometo nunca dejar de
lado a nadie que me ofrezca su ayuda, por pequeña que ésta parezca-. Todos los
ahí presentes estuvieron de acuerdo y de inmediato procedieron a integrar
dentro del ejército al aliviado casca huevos. Le asignaron la tarea de brincar
y de atrapar entre sus poderosos dientes a cualquier insecto que se le pusiera
enfrente, porque aunque ustedes no lo crean, aunque él era muy antiguo, aún
tenía una asombrosa agilidad.
Después se dedicaron a buscar en gavetas, alacenas y
armarios, todo cubierto que se encontraran al paso y cada uno lo fueron
asignando nuevas tareas, el cortador de pizzas se integró como rebanador oficial,
la cuchara para spaguettis era un gran atemorizador, el cucharón para helados, y el saca bocados,
servían de lanzadores de objetos, al pelador ajos de ajos aunque no era de
acero inoxidable lo integraron a la acción por si era necesario desvestir a alguien
y así poder ellos camuflarse. Así continuaron por horas integrando a cada
utensilio por extraño que pareciera y así se fueron integrando, moldes de
galletas, duyas, cucharas y tazas de medir, cedazos, coladores, embudos,
exprimidores de naranjas y limones, las
ollas cazuelas, sartenes y demás utensilios para cocinar en ellos como
refractarios y moldes decidieron hacer una barricada para que el enemigo no
escapase, en fin se asignaron un sin fin de tareas a realizar hasta que no
quedó ni un solo utensilio sin una misión a realizar.
Estaban todos muy tranquilos, contentos y un tanto despreocupados,
tanto que no se dieron cuenta que un insecto en forma de libélula bajaba en
vuelo franco hacia ellos, todos se descompusieron ante el ataque inesperado y tardaron
unos segundos en reaccionar; bueno, todos no, Tati de inmediato se plantó ante
él blandiendo un palillo para botanas con forma de espada, pero el insecto no
pareció atacarla, más bien parecía indicar lo contrario y se posó sobre la mano
de Tati que le quedaba libre.
Yolanda de la Colina Flores
22 de septiembre del 2015
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