Célebre es por su torpeza,
su vida es una tragedia,
su existencia catastrófica,
va rodando por los suelos.
Siempre va muy estirada,
nunca torna la mirada,
pues si llega a voltear,
tortícolis le dará.
Si ella se pone a la sombra,
insolación le ha de dar,
y si quiere beber agua,
indigestión sufrirá.
Rompe todo lo que toca,
tira todo lo que roza,
vivir con ella es por siempre,
un continuo sobresalto.
Sus aspirantes consortes,
sufren con ella lesiones,
como están en hospitales,
ya no tiene pretendientes.
Han sufrido zancadillas,
cuando ella sale a su encuentro,
otros roturas de brazos,
con darles sólo la mano.
Hay una buena centena,
de príncipes despachurrados,
por ello a la bella princesa,
la han confinado en una isla.
Y entre caída y tropiezo,
a golpes y trompicones,
ella busca la manera,
de escaparse de su isleta.
Y aunque tenga moretones,
raspaduras y chichones,
siempre con una sonrisa,
se levanta y se repone.
Porque aprendió de chiquita,
que aunque el tiempo no sea bueno,
con una buena carita,
sus males ha de curar.
Yolanda de la Colina Flores
29 de noviembre del 2011
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