Abre paso a la pequeña,
que cabalgando se acerca,
pues si te acercas te asusta,
la princesa Tremenduska.
Aunque tiene cara de ángel,
ella escapa de postines,
si llegas a darle alcance,
verás que es algo temible.
Con su látigo ella quiere,
asustar a los ratones,
pero éste en las puntas tiene,
sólo borlitas de flores.
También va blandiendo un sable,
y va pinchando papeles,
que algunos descerebrados,
han tirado en sus jardines.
Ha intentado muchas veces,
escupir por los colmillos,
pero esta rara proeza,
no ha logrado conseguirla.
Le gusta batirse en duelo,
y ganar a las carreras,
aunque acabe por el suelo,
jamás pierde las maneras.
Ha olvidado sus matruskas,
y ya no juega con ellas,
unas la esperan calladas,
pero otras gritan por ella.
Prefiere andar a caballo,
y correr por las llanuras,
que tomar clases de piano,
y aprender las partituras.
En palacio hay jaulas de oro,
y las guardan en secreto,
pues ella las abre presta,
y a las aves pone en vuelo.
Ella piensa con las jaulas,
realizar bellos diseños,
y ponerlas de coronas,
a la realeza del reino.
Todos dicen que es tremenda,
y le han inventado un lema:
“Por donde pasa esta nena,
jamás crecerá la hierba”.
La verdad está mal dicha
pues la niña está en su lucha:
Solo hace gala a su nombre,
la princesa Tremenduska.
Yolanda de la Colina Flores
1 de diciembre del 2011
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