No conocemos su rostro,
ni tampoco su apariencia,
no hay ningún indicio de ella,
más es cierta su existencia.
¿Será que no tiene rostro
esta princesa sin cara
o tal vez es que mil rostros
son los que adornan su faz?
Ella es un haz del disfraz,
pues está bien camuflada;
puede transformarse en otra,
siempre está disimulada.
Como adopta cualquier forma,
nada le produce miedo
y entre máscaras se enfrenta,
a los lances más tremendos.
Nadie sabe dónde está
o de que manera viste,
ni que aspecto ella prefiere,
pues es irreconocible.
Aparece por sorpresa
cuando menos te lo esperas
y con pasos silenciosos
se desliza por la vida.
Más ha decido hoy
dejarse de tantas caras
y presentarse ante todos
sin disfraz y con decoro.
Ella encuentra divertido
el ser por fin ella misma,
pues como es desconocida,
será nueva para todos.
Antes que pase más tiempo
al fin se desvelará
con el reino jugará
a camuflarse entre todos.
Pues ella sabe que es cierto
lo que siempre ha de llegar:
La verdad tarde o temprano,
siempre se revelará.
Yolanda de la Colina Flores
7 de diciembre del 2011
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