Mucha
gente se dedica
a
cuchichear con afán,
que
el lobo y caperucita,
son
dos novios en verdad.
Que
la niña no le teme,
mucho
menos le hace el feo,
pues
cada día que se puede
se
enfrascan en besuqueo.
Su
madre que es intuitiva
ya
no la deja salir,
ni
a pasear por la campiña,
ni
a vagar por el jardín.
La
niña muy preocupada
a
su novio preguntó:
¿y
ahora cómo le hacemos
para
vernos otra vez?
Muy
simple el lobo le dijo
di
que vas a visitar,
a
tu abuela que he escuchado,
que
muy enfermita está.
La
niña dice a la madre
lo
que el lobo sugirió,
y ésta le ha dado el permiso
sin
ninguna dilación.
Más
porta tu caperuza,
porque
hace frío allá afuera,
no
sea que aparezca el viento
y
un resfriado pescarás.
La
niña con disimulo,
entre
la leche y la miel,
se
guarda la caperuza
sin
que la mire mamá.
Pues
la caperuza, que otrora
la
cubría y la protegía,
la
ha arrugado el lobo fiero
en
un lance de su amor.
Y
la tierna caperuza
ya
no portará jamás
la
caperuza que antes,
era
blanca cual azahar.
Ahora
la caperuza
se
ha tornado bermellón,
con
tintes de rojo sangre
del
color de la pasión.
Y
la protege del tiempo,
de
la lluvia o el tifón,
de
vientos huracanados,
pero
de otras cosas no.
Por
eso ella se escapa
con
el lobo tan feliz,
a
pasear en motoneta,
bebiendo
leche con miel.
Que
disfruten el lobezno
y
la linda y tierna joven,
antes
que alguien los atrape
y
los case por ahí.
Yolanda
de la Colina Flores
27
de abril del 2012
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