La princesa marioneta,
se encuentra ahora cansada,
la función la deja exhausta,
y quisiera estar sentada.
Los hilos que la sostienen,
también han languidecido,
se han vuelto como listones,
que ya se han desvanecido.
Pues ella danza con ellos,
todas las tardes de teatro
y aunque le den mil aplausos,
ya no merecen su esfuerzo.
Las luces y sus reflejos,
que iluminan su figura,
la tienen encandilada,
sus ojos están perplejos.
Los decorados pintados,
le producen soñolencia
y el palacio de cartón,
sólo provoca bostezos.
Ella quisiera escaparse,
de telones y tramoyas,
de sus hilos desatarse
y moverse entre las olas.
Su ensueño es viajar en barco,
conociendo otros lugares
y poder saltar el charco,
para llegar a otros lares.
Y recorrer los confines,
que va circundando el mar
y así después regresar
al teatro que es su hogar.
Y aprender todas las danzas,
que hay en otros países
y después representarlas
con colores y matices.
Y tener nuevos aplausos,
ante una nueva experiencia,
combinando reverencias,
e irguiendo bien la cabeza.
Porque lo dijo su abuela,
la gran reina marioneta:
El renovarse o morir,
siempre provoca aplaudir.
Yolanda de la Colina Flores
26 de enero del 2012
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