Aunque mis labios cual niña,
no besen más tus mejillas
y tu sonrisa perenne,
la lleve sólo en mi mente.
Yo sé que estás aquí…
No obstante que hoy tus manos,
no pueden acariciarme
y tus amorosos brazos,
día con día protegerme.
Yo sé que estás aquí…
Pese a que ya no tendré,
tus sabios consejos de siempre
y ya no elaboraré
contigo hogazas y miel.
Yo sé que estás aquí…
A pesar de que en las noches,
no habrá chimenea y quinqué
y jamás escucharé,
de Austraberto y su corcel.
Yo sé que estás aquí…
Porque me llegan tus besos,
bajo las nubes del cielo
y tu increíble sonrisa,
con magia la trae la brisa.
Porque palpo tu presencia,
en el sol de cada día
y el bálsamo de tus caricias,
con sus rayos son propicias.
Porque la naturaleza
me narra tus bellos cuentos,
porque aún la lluvia y el viento
me evoca bellos recuerdos.
Hoy siento tus arrumacos
tus mimitos y embelesos,
cada día con su belleza,
siempre evoca tu terneza.
Y siento tus oraciones,
en el susurro del viento
y tu hermosa bendición
que me cubre con tu amor.
Yolanda de la Colina Flores
11 de febrero del 2016
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