Se creyó la lluvia gris,
de penas poder revestirme
y en gran torrente infeliz,
con gotas podría engullirme.
Que la pena y el dolor
me
lograrían diluir,
que entre llantos y sollozos
seguro me iba a extinguir.
La emulsión no resultó
un
fracaso infantiloide,
mi alma soportó el coloide
la mixtura no fraguó.
La lluvia gris aprendió
que aunque llore el corazón,
en los seres que te dio
un soporte te da Dios.
Yolanda de la Colina Flores
22 de julio del 2016
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