Construí mi propio eclipse
con bellos tonos violáceos,
me fui envolviendo en elipse
borrando visos grisáceos.
Con tinturas de la noche
que conjugué en gran derroche,
me cubrí de luna y cielo
fui creando un empastelo.
Me revestí la tristeza
con sonrisa de Selene,
sin permitir ni un aliene,
ni un toque de livianeza.
Y me embocé en ese rostro,
esperando que paliara,
que el desconsuelo menguara
y encontrar en mi el arrostro.
Yolanda de la Colina Flores
27 de julio del 2016
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