Como Holbein y Durero,
es
alemana y pintora,
no
con dotes tan excelsas,
pero
aún así ella pinta.
Aunque
aprendió bien el gouache,
y
hace lindas acuarelas,
más
sucede que en el mar,
no
suelen bien combinar.
Tampoco
le funcionaron,
sus
dotes regias en fresco,
y
al usar la tinta china,
en
el mar se le esfumó.
Quiso
usar flammagrafía,
acrílicos
y aerografía,
pero
el caprichoso mar,
echó
su arte a rodar.
Técnicas
mixtas probó,
pero
no le funcionó,
y a
punto estuvo la niña,
de
abandonar su afición.
Lo
bueno es que la pequeña,
tiene
en óleo buena técnica,
fue
aplicada al estudiar,
y
sabe pigmentos mezclar.
Feliz
se volvió la niña,
cuando
también recordó,
que
las gomas y resinas,
también
podía combinar.
Y
utiliza sus crayones,
para
aplicar el pastel,
y
en tonos fuertes y opacos,
ella
se pone a pintar.
Y
va decorando los peces,
que
navegan en la mar,
con
aceites y linazas,
trementinas
y pigmentos.
Y
reviste sus ropajes,
su
apariencia y sus colores,
a
los peces que encantados,
muy
bien se dejan pintar.
Pues
les encanta cambiar,
y
a las fiestas ahora van,
y
vestidos de colores,
se
ponen ahí a danzar.
La
princesa es muy feliz,
porque
ha cumplido dos sueños,
cubrir
el mar de colores
y
su afición continuar.
Porque
ya lo dice el dicho,
que
es un dicho popular:
“Que
si quieres una cosa
nunca
habrás de claudicar”.
Yolanda
de la Colina Flores
2
de septiembre del 2012
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