Se acompaña de las fiestas,
más importantes del año,
Fin de año y Navidad,
con ella van a llegar.
Le rodean los turquesas,
y los ramos de narcisos,
la blancura sin igual,
su presencia ha de adornar.
Es el tiempo de reuniones,
del encuentro familiar,
de luces y algarabía,
del abrazo fraternal.
De comidas en familia,
y cenas en regocijo,
plagadas de tradiciones,
y de herencia legendaria.
Del calor que da la hoguera,
en chimeneas y fogones,
donde hay reuniones felices,
y los platillos de antaño.
Hay también en unas casas,
arbolitos refulgentes,
que decora la familia,
con esmero y con paciencia.
Nacimientos y belenes,
hogares van adornando,
con el cual conmemorar,
el nacimiento de Cristo.
Es tiempo de reflexión,
de los propósitos buenos,
de que el tiempo venidero,
porte más amor y paz.
Como bello corolario,
este tiempo trae presentes,
y besos de enamorados,
bajo un muérdago inocente.
Y también alberga el frío,
las bufandas y los guantes,
con su presencia inminente,
se va alejando el estío.
Y todo el mundo se cubre,
de la nieve y las heladas,
se resguarda entre edredones,
para no temblar de frío,
Porque cualquiera en la tierra,
mucho habrá de tiritar,
quizás estornudará,
con el gélido diciembre.
Porque ya lo dice el dicho,
y resulta muy bien dicho:
“Que ante el frío de diciembre,
no hay valiente que no tiemble”.
Yolanda de la Colina Flores
1
de diciembre del 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario