Resurjo de mi ceniza,
he intento danzar en ella
y Dios me torna en chicuela,
mientras mi alma microniza.
Así de suelo y rescoldo
y arenillas de mi esencia,
de a poco mi envés amoldo
a unas alas en secuencia.
Con alerones de polvo
que me elevan al altillo,
lo vetusto desempolvo
sin hacer ni un resoplido.
Estos portentosos flancos
con cierto tinte liliáceo,
me tornan de saltimbanco
en ave fénix violáceo.
Yolanda de la Colina Flores
22 de octubre del 2016
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