Vosotros tenéis la luz del sol,
que pocos pueden enfrentar
y el astro es ahora pobre estoperol,
queriendo su llanto poder controlar.
Y yo al ver su rostro no puedo evitar
apartar mis ojos de tan triste faz,
ojalá pudiese con un antifaz,
cubrir mis sollozos por todo su lar.
Como ballerina vestida de nubes,
simulo mi llanto con dulce chispear,
infiel girasol navegando en titubes,
evito destellos en dulce plorar.
Cuando el astro bello al fin me descubre,
con nítido rayo me yergue la cara,
en magnificencia él me redescubre,
la luz de mis padres que es la que me
ampara.
Y así ambos sonriendo miramos arriba,
que es su nuevo sino, su dulce lugar,
la luminiscencia que a ellos se adscriba,
evita por siempre la vista esquivar.
Yolanda de la Colina Flores
29 de agosto del 2016
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