lunes, 12 de agosto de 2013

LA PEQUEÑA ELFA SEDIENTA Capítulo 1 (Cuento de verano)

 


Capítulo 1

No hay bebida que alcance

La pequeña Rött hår estaba harta de buscar por los bosques algo que calmara su sed, por más agua de manantial que bebiera, no había manera de satisfacerla, siempre cargando una pequeña cantimplora se paseaba por todo el bosque, cuando esta se vaciaba la llenaba de nuevo con diversos contenidos, con agua de cascadas, ríos lagos y lagunas y a veces cuando se levantaba muy temprano podía llenarla  con algunas de las primeras gotas de rocío. En verano le encantaba llenarla de lluvia dulce y fresca, siempre lo hacía poniéndola al final de la punta de una hoja en declive por el  cual la lluvia se iba deslizando hasta llenar su pequeño recipiente.

Había probado todas las pequeñas frutillas que había encontrado por todo su hábitat,  pero por más que succionase su zumo con toda la fruición de la que era capaz nunca era suficiente para la pequeña Rött hår.

Un día buscando que beber se quedó dormida sobre una de las hojas de un hermoso helecho y éste la mecía arrullándola vigilando su sueños, y le cantaba una que otra canción de cuna, con una preciosa voz de barítono. Al helecho también le venció el sueño y ambos sin remedio cayeron en un profundo letargo, hasta que llegó la noche, la cual quedó enternecida al contemplar a Rött hår de la cual ya le había contado el día cuando se despedía para ir a dormir.

Ahí entre sus sueños la noche le confesó a Rött hår que pasando el ancho río existía otro bosque donde toda la flora era enorme y donde seguramente encontraría algún fruto que mitigara su sed y en una serie de imágenes casi vívidas le mostró un enorme árbol del cual pendían unos frutos redondos con una mixtura de colores naranja y bermellón, con una piel fina y lustrosa a través de la cual se percibía un delicioso y abundante zumo. En las imágenes la noche también le enseñaba el camino para llegar a él y este no se apreciaba nada fácil.

Al despertar Rött hår dio las gracias al helecho por su hospitalidad, pero este ni se enteró porque aún estaba dormido, y después se lanzó a buscar el árbol de sus sueños, pero a medida que avanzaba, más se percataba de que difícilmente ella sola podría bajar los frutos de aquellas altas ramas. Entonces decidió regresar sobre sus pasos e invitar a sus vecinos y conocidos del bosques para que le acompañaran en su periplo.

Yolanda de la Colina Flores
Verano del 2013

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