En el puzzle de mi vida,
que no acierto a descifrar
a mi imagen adherida,
tengo piezas por millar
Una son muy pequeñitas,
sin poderse vislumbrar
y son parte de mis guitas,
sin quererlo remediar.
Mas hay piezas invaluables
de iridiscente fulgor,
cual tatuajes imborrables
prendidas al corazón.
Si alguna de las pequeñas
se te va y no regresa,
no te causa grandes penas
y prescindes de esa pieza.
Nadie nota que se ha ido,
no provoca ni una mella,
se escapa sin hacer ruido,
su ausencia no deja huella
Mas las otras son vitales
te mantienen cautivado,
la vivencia que han dejado
ha pasado a los anales.
Cuando parten dejan hueco
y profundas oquedades,
te tornan algo trastrueco,
te enseñan otras verdades.
Cambian tu tono de piel
y el color de tus cabellos,
cicatriz falaz y cruel
que te marca con tus duelos.
Pero su luz permanece
y cubre lo que esta hueco,
las heridas restablece
y otra vez estás completo.
Yolanda de la Colina Flores
27 de junio del 2016
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