Me miraba en los espejos
y en cristales reflejada,
en esferas y en cucharas,
en miríadas de reflejos.
Me observaba apachurrada
ocluida y malparada,
con el alma atravesada,
estaba distorsionada.
No podía reconocerme,
pues mi rostro estaba ausente,
buscando ser elocuente,
me encontraba divergente.
Una distorsión de mi,
se plantaba frente a mi,
pensamientos y palabras
estaban desintegradas.
Poco a poco fabriqué
unos trazos para unir,
con esbozos logré asir
lo restante de mi ser.
Y mi mirada volvió,
la sonrisa por doquier,
la turula se olvidó
y rememoré el ayer.
Yolanda de la Colina Flores
26 de julio 2016
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